lunes, 31 de mayo de 2010

El último hombre muere primero




Juan Villoro
Proceso


Robert Enke se encontraba en un momento clave de su vida deportiva. Los conocedores le daban un puesto en la selección alemana que estará en Sudáfrica 2010. Guardameta por elección de vida, compaginó sus depresiones crónicas con las afrentas semanales de la portería, el cargo más ingrato dentro de un equipo de futbol. Acostumbrado al martirio, negado para el gozo, como lo definió su padre, Enke decidió una tarde caminar hacia las vías de un tren y acabar de una buena vez con las torturas de su mundo



El martes 10 de noviembre de 2009 Robert Enke, portero del Hannover 96 y de la selección alemana de futbol, hizo su última salida al campo. Aunque ese día no había prácticas, le dijo a su esposa que iba a entrenar. Subió a su Mercedes 4x4 y se dirigió a un pequeño poblado cuyo nombre quizá le pareció significativo: Himmelreich (Reino del Cielo). Cerca de ahí hay un descampado por el que corren las vías del tren.

El guardameta dejó su cartera y sus llaves en el asiento del vehículo y no se molestó en cerrar la puerta. Caminó a la intemperie, como tantas veces lo había hecho para defender el arco del Jena, el Borussia Mönchengladbach, el Benfica, el Barcelona, el Fenerbahce, el Tenerife o el Hannover 96. A 300 metros de ahí, es decir, a unas tres canchas de distancia, estaba enterrada su hija Lara, muerta a los dos años.

Un portero ejemplar, Albert Camus, dejó los terregales de Argelia para dedicarse a la literatura. Acostumbrado a ser fusilado en los pénaltis, escribió un encendido ensayo contra la pena de muerte. Su primer aprendizaje moral ocurrió jugando al futbol. Años después, escribiría: “No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio”.

Morir a plazos es la especialidad de los porteros. Sin embargo, muy pocos pasan de la muerte simbólica que representa recibir un gol a la aniquilación de la propia vida. Enke fue más lejos que la mayoría de sus colegas. Su muerte, de por sí dolorosa, llegó con un enigma adicional: estaba en plenitud de su carrera y podía defender la portería de su país en el Mundial de Sudáfrica.

El número 1 de Alemania suele ejercer un inflexible liderazgo. Sepp Maier, Harald Schumacher, Oliver Kahn y Jens Lehmann se han ubicado entre los tres palos con seguridad de decanos de la custodia. A los 32 años, Enke pasaba por un buen momento deportivo. En su extraña ruleta interior, un fracaso hubiera sido preferible. Odiaba la presión pero desde los ocho años, cuando entró a las fuerzas inferiores del Jena, sólo pensaba en atajar balones.

Casi siempre, los niños desean ser goleadores. Corresponde a los gordos, los muy altos, los lentos o los raros resignarse al puesto que obliga a tirarse y maltratar la ropa en el patio del colegio. El numero 1 es el último en un equipo. El recurso final. Sólo en sitios que valoran mucho la resistencia se convierte en favorito.

En Alemania, incluso la academia ha tenido que ver con las heridas. Max Weber ostentaba con orgullo la cicatriz que le había dejado un duelo con un miembro de una fraternidad estudiantil enemiga. El niño que opta por ser guardameta tiene las rodillas raspadas y se ensucia con el lodo del sacrificio. En el país donde Sepp Maier fabricaba guantes blancos para enfrentar un destino oscuro, Enke quiso ser portero.

Defender el destino de Alemania en el Mundial de 2010 podía llevarlo a la gloria. Sin esa oportunidad decisiva hubiera estado más sereno.

Sus verdaderos problemas profesionales habían ocurrido tiempo atrás. Debutó con el Jena en 1995, donde sólo estuvo una temporada. En 2002, después de varios años de regularidad con el Borussia Mönchengladbach, dio el anhelado salto a un club grande de Europa, el Benfica de Portugal. Aunque cautivó a la afición, llegó en una época turbulenta; tuvo tres entrenadores en un año y decidió aceptar un puesto más tentador, sin saber que sería el peor de su vida. “Ninguna posición en el futbol es tan exigente como la de portero del Barcelona”, diría después. En la sufrida era del tiránico Louis van Gaal, Enke fue el frágil defensor de la portería barcelonista. Aún se le culpa por la eliminación ante una escuadra de tercera división en un partido de la Copa del Rey.

Barcelona consagra o aniquila. Fue ahí donde Maradona se entregó a la cocaína; fue ahí donde Ronaldinho triunfó y quiso superar las presiones del éxito con la variante brasileña del psicoanálisis: las discotecas. Fue ahí donde Enke padeció sus más severas depresiones.

Con resignación, el emigrado alemán aceptó defender la puerta del Fenerbahce, en Turquía, y de ahí pasó a una discreta isla europea: fue guardameta del Tenerife, en segunda división. En 2004, cuando el borrador de su biografía trazaba un fracaso, recibió la oportunidad de regresar a Alemania con el Hannover 96.

La experiencia es la gran aliada de los porteros y Robert Enke demostró que merecía un segundo acto. La revista Kicker lo nombró mejor guardameta de Alemania. Ciertos jugadores sólo se enteran de que no están hechos para salir de su país cuando una cancha extranjera se mueve bajo sus pies. Enke necesitaba el suelo de Alemania. De vuelta en su ambiente, recuperó la regularidad y los ánimos.

Entonces, la vida privada le presentó severos desafíos. En 2006, su hija de dos años, Lara, murió a causa de una deficiencia cardíaca. Su esposa y él adoptaron a otra niña, Leila. La seguridad del portero había aumentado, pero su paranoia encontró otra salida: temía que se conociera su estado depresivo y le quitaran la custodia de su hija. Obviamente se trataba de una fantasía autodestructiva.



El pecado de estar triste



Con frecuencia, el número 1 había sufrido depresiones. No le faltaba apoyo. Teresa, su mujer, se había convertido en una mezcla de enfermera y orientadora sentimental, y su padre, Dirk Enke, es psicoterapeuta. El Dr. Enke trató de rebajar la importancia que su hijo concedía al fútbol. Continuamente le enviaba mensajes de texto para preguntarle por su estado y le repetía que el bienestar personal es más importante que el triunfo deportivo.

Pero ya era tarde para una pedagogía paterna. La auténtica educación de Robert Enke había ocurrido en las canchas. El futbol de alto rendimiento está sometido a una exigencia extrema. En ese entorno, cuando alguien se siente mal, se informa que no podrá jugar porque lo atacó un “virus”. No se habla de asuntos personales; sólo los débiles los padecen.

Es posible que Alemania haya inventado la aspirina como una paradoja para recordar que nada es tan importante como soportar el dolor.

En 1991, a siete partidos de su retiro, Harald Schumacher, exguardameta de la selección alemana, hombre con pinta de mosquetero que adquirió triste celebridad por despojar de varios dientes al francés Batisson en el Mundial de España, dio una entrevista a André Müller para el semanario Die Zeit.

Para entonces, jugaba en Turquía y había sido expulsado de la selección por sus declaraciones sobre la corrupción y el uso de drogas en la Bundesliga. En su último lamento como cancerbero dijo: “La gente cree que soy frío porque soporto el dolor. Una vez le pedí a mi esposa que me apagara un cigarrillo en el antebrazo y sufrí tanto como ella. Todavía tengo la cicatriz. Quería demostrar que uno puede soportar lo que se propone. No soy un bloque de mármol. Soy vulnerable como cualquier otro. Sólo soy brutal conmigo mismo. No soy un genio como Beckenbauer. No he heredado nada. Estamos en el purgatorio. Cuando deje de sentir dolor, estaré muerto”.

El área chica de Alemania es un purgatorio al aire libre. En 1897, Émile Durkheim publicó su monumental investigación sociológica El suicidio. Una de sus aportaciones fue vincular la tendencia de ciertas personas a quitarse la vida con la anomia que padece la sociedad entera. Las causas del suicidio siempre son particulares, pero al final del año se cumple una cuota fijada por la sociedad.

Sería simplista pensar en Enke como parte de una tendencia nacional, pero vivió en un entorno de severa exigencia donde las excusas no podían tener lugar. No cumplió con un código de honor samurai, que pudiera ser celebrado por los suyos. En la ceremonia luctuosa que se llevó a cabo en el estadio del Hannover 96 el sufrimiento embargó a todo el futbol alemán y acaso servirá de estímulo a futuros triunfos. En los Mundiales, transformar el calvario en éxito ha sido una especialidad alemana. Hace unas semanas, en su último partido en Inglaterra, Michael Ballack, capitán de la selección, quedó fuera de la justa por una lesión. Como Suiza ‘54, cuando Alemania venía de la niebla y la noche de la posguerra, Sudáfrica es una oportunidad para demostrar que ningún otro país convierte con tanta eficacia el dolor en épica.

Portento de la entrega y la disciplina, la nación que ha conquistado tres veces la Copa del Mundo y ha sido cuatro veces subcampeona, suele estar integrada por neuróticos que no se hablan en el vestidor pero son aliados inquebrantables en el césped. “El portero de la selección nacional es el símbolo de la fortaleza física”, escribió Der Spiegel a propósito de Enke: “Debe ser impecable. Controlado. Seguro de sí mismo. No hay empleo más duro en el futbol, y Enke lo había obtenido”.

Su círculo más próximo de amigos y familiares estaba al tanto de la severidad con que se juzgaba y la fragilidad con que reaccionaba. “No podía gozar nada”, ha dicho su padre, el terapeuta Enke.

Cuando el último hombre del equipo pierde la concentración, sella su destino. Moacyr Barbosa fue el primer portero negro de la selección brasileña y tuvo una carrera admirable, pero todo mundo lo recordará por su error en la final de Maracaná, en 1950, impidiendo que Brasil alzara la Copa Jules Rimet.

Luis Miguel Arconada fue un portero sólido, de la estirpe vasca a la que pertenecen Iríbar y Zubizarreta; sin embargo, todas sus atajadas se esfumaron en 1984 cuando recibió el gol más sencillo del mundo en la final de la Copa Europea de Naciones, permitiendo que Francia doblegara a España.

La responsabilidad del portero es absoluta. Su puesto se define por el error posible.

“Quisiera ser una máquina”, dice Schumacher. “Me odio cuando cometo errores. ¿Cómo podría combatir si me importara un carajo el resultado? Vivimos en una enorme fábrica. Cuando no funcionas, el siguiente te remplaza. Supongo que sólo la muerte cura las depresiones”.

Estas declaraciones de Schumacher prefiguran el destino que uno de sus sucesores tendría casi veinte años después.

Algunos guardametas tratan de aliviar los nervios con supersticiones (escupen en la línea de cal, colocan a su mascota de la suerte junto a las redes, rezan de rodillas, usan los guantes raídos que les dio una novia que no se casó con ellos pero les trajo suerte). Otros buscan vencer la preocupación con altanería, considerando que un gol en contra no vale nada. Pero es raro que no tengan un alma en crisis. Schumacher convirtió esa tensión en dramaturgia: “A veces me concentro con el odio y provoco al público. No sólo juego contra los otros once. Soy más fuerte rodeado de enemigos. Cuando la mierda me llega hasta arriba, sé que puedo resistir. Un atleta no se hace creativo con amor sino con odio”. Enke nunca tuvo esta claridad para revertir en méritos emociones negativas, pero heredó la cabaña de Schumacher y sus redes tensadas por la furia.

Cada posición futbolística determina una psicología. El portero es el hombre amenazado. En ningún otro oficio la paranoia resulta tan útil. El número 1 es un profesional del recelo y la desconfianza: en todo momento el balón puede avanzar en su contra.

La gran paradoja de este atleta crispado es que debe tranquilizar a los demás. En su ensayo “Una vida entre tres palos y tres líneas”, escribe Andoni Zubizarreta: “Cuando me preguntan cuál debe ser la mayor virtud del portero, contesto sin dudarlo que la de generar confianza en el resto de los jugadores”. El equipo debe ir hacia delante, sin pensar en quién le cuida la espalda. “Claro está que, para no transmitir dudas, es fundamental no tenerlas”, añade Zubizarreta: “El portero no puede ser de carácter inseguro”. Inquilino del desconcierto, el guardameta vive para no aparentarlo. Es el pararrayos, el fusible que se calcina para impedir daños mayores.

Enke tenía una extraña sed de serenidad. No quería asumir la postura de artista del dolor del inimitable Schumacher. Pero, como su padre señala con agudeza, “no fue suficientemente fuerte para aceptar sus debilidades”. Prefirió ocultarse, negar su sufrimiento, como un alumno del colegio que teme ser castigado.

“Si me atendiera en una clínica psiquiátrica, tendría que abandonar el futbol”, dijo Enke pocos días antes de morir. La tristeza no puede decir su nombre en un estadio.

En Cultura y melancolía, Roger Bartra explica que durante siglos la melancolía fue vista como una dolencia judía, “un mal de frontera, de pueblos desplazados, de migrantes, asociada a la vida frágil, de gente que ha sufrido conversiones forzadas y ha enfrentado la amenaza de grandes reformas y mutaciones de los principios religiosos y morales que los orientaban”. En términos futbolísticos, el portero es el hombre fronterizo, condenado a una situación limítrofe, el que no debe abandonar su área, el raro que usa las manos. Si el Dios del futbol es el balón, el arquero es el apóstata que busca detenerlo.

El cuadro más célebre del arte alemán es el retrato secreto de un portero derrotado. En Melancolía I, Durero dibuja a un ángel en la actitud de meditar bajo el nefasto influjo de Saturno. Después de un gol, todo portero es el ángel de la melancolía. Sentado en el césped, con las manos sobre las rodillas o la cabeza apoyada en un puño, el cancerbero vencido simboliza el fin de los tiempos, la sinrazón, la pura nada.



La última jugada



¿Qué hacen los alemanes ante la depresión? “Las mujeres buscan ayuda, los hombres mueren”, responde el Dr. Georg Fiedler, quien dirige el Centro de Terapia para Tendencias Suicidas de la Clínica Universitaria de Eppendorf, en Hamburgo. Para él, el número 1 del Hannover 96 pertenece a una clara tendencia social. Aunque el diagnóstico de depresión es dos veces más alto en las mujeres, la tasa de suicidios es tres veces más alta en los hombres.

La prueba más ardua que padeció Enke fue la muerte de su hija Lara. Él dormía a su lado en el hospital. Después de un entrenamiento estaba tan agotado que no se despertó cuando las enfermeras luchaban por mantener a su hija con vida. No se perdonó que ella muriera mientras él dormía. Aunque no podía hacer nada, el guardameta había nacido para la responsabilidad y la culpa.

Seis días más tarde, el 23 de septiembre de 2006, defendió la portería de su equipo. “Alemania admiró a este Robert Enke”, escribió Der Spiegel: “Admiró la calma. La claridad de todo lo que decía, y más aún de lo que hacía. Era infalible”.

La obligación de actuar sin faltas fue el castigo y la pasión del extraño Robert Enke. No podía dejar aquello que lo tiranizaba. Sin duda, esto tiene que ver con un oficio que privilegia la obtención de resultados sobre el placer de obtenerlos y es incapaz de ofrecer una formación integral, más allá de los deberes en la cancha.

El mundo del futbol parece ser demasiado importante y poderoso como para que los destinos individuales cuenten. El joven Werther se mató por una decepción amorosa del mismo en que el poeta Kleist se mató en cumplimiento de su amor. Enke ofreció otra muerte ejemplar. Si todo portero es un suicida tímido, que enfrenta la metralla lanzándose al aire, él dio un paso más.

El 10 de noviembre de 2009, el guardameta caminó por la hierba crecida, bajo un cielo encapotado. En su tipología del suicidio, Durkheim no incluyó a los que se lanzan bajo las vías del tren. Ese acabamiento se reserva a Ana Karenina y al portero de Alemania.

A las seis de la tarde con 17 minutos el exprés 4427, que hacía la ruta Hannover-Bremen, pasó con acostumbrada puntualidad. El torturado Robert Enke se lanzó ante la locomotora con la certeza de quien, por vez primera, no tiene nada que detener.

viernes, 28 de mayo de 2010

infancia es destino



Proceso 1751
Juan Villoro

Poco antes de disputar su primera final, Lionel Messi se quedó encerrado en un baño. El niño que no podía ser detenido por defensa alguno se enfrentó a una cerradura averiada. Faltaba poco para que comenzara el partido y Leo aporreaba la puerta sin que nadie lo escuchara. El trofeo de ese campeonato era el mejor del mundo: una bicicleta.

Otros hubieran cedido a las lágrimas y la resignación, otros más habrían agradecido no tener que demostrar nada en el campo. Leo rompió el cristal de la ventana y saltó hacia fuera. Llegó a la cancha con la seguridad de quien no puede ser detenido. Anotó tres goles en la final. El genio tenía su bicicleta.

El destino de Messi ha ocurrido al menos dos veces. Hijo de Celia y Jorge, nació en Rosario, provincia de Santa Fe, el día de San Juan de 1987, pero antes fue prefigurado en las tertulias del café El Cairo, y más precisamente en la “mesa de los galanes”, presidida por el maravilloso dibujante y escritor Roberto Fontanarrosa. Argentina es una fábrica de talentos futbolísticos que previamente son imaginados por los hinchas más verbalizados y fabuladores del planeta.

Después de enterarse, por Macedonio Fernández, de que vivir es distraerse de la muerte, Fontanarrosa escribió el relato “El cielo de los argentinos”, donde unos amigos comparten un asado y hablan de futbol. De pronto advierten que están muertos. Esto los hace muy felices: si han fallecido y comen carne mientras miran un partido quiere decir que han llegado al paraíso.

Rosario es la ciudad de César Luis Menotti y Marcelo Bielsa, contundentes retóricos del banquillo. En ningún otro sitio hay dos hinchadas que se enfrenten con tan leal encono. No en balde aceptan con orgullo apodos injuriosos: los Canallas de Rosario Central encaran a los Leprosos de Newell’s Old Boys. En una ocasión le comenté a un taxista de Buenos Aires que asistiría al partido Boca-River. “Eso no es nada”, contestó con presunción: “nosotros nos odiamos más”. Obviamente era de Rosario.

Si el espíritu de Pamplona se expresa en los sanfermines y el de Río en el carnaval, el de Rosario se reconoce por un rito único: “La paloma de Poy”. El 19 de diciembre de 1971, Aldo Pedro Poy, delantero de Rosario Central, se lanzó al aire para rematar de cabeza y vencer al guardameta de Newell’s Old Boys. Este momento de gloria se repite cada 19 de diciembre: “Mi problema ya no es tirarme, sino levantarme”, dice con humor el veterano Poy.

En la ciudad del Che Guevara, de Fito Páez y otros inconformes, Lionel Messi comenzó a deslumbrar con el balón a los cinco años. Su habilidad era única pero parecía cumplir un sueño largamente aguardado.

Leo debutó en el equipo del barrio, el Grandoli. Su primer técnico fue Salvador Aparicio. A los sesenta años, Aparicio había visto a toda clase de pibes chutar en su potrero. No esperaba mucho de aquel niño diminuto. Cuando presenció lo que hacía, sólo se le ocurrió un consejo técnico: “¡pateala!”. Messi recorría la cancha entera sin deshacerse de la pelota.

Más que goleador, La Pulga era un enganche, es decir, un vendaval que limpiaba el campo de adversarios para que otro se encargara de la tarea, históricamente vulgar en Argentina, de meter el gol.

Los videos de la época lo registran como una versión bonsái del Messi actual: el mismo don para el desborde y el cambio de ritmo, la misma alegría celebratoria. “Infancia es destino”, escribió el psicoanalista mexicano Santiago Ramírez.

A los ocho años, sus compañeros del colegio lo situaron al centro de la foto oficial del curso. Su carisma se debía a los alardes con el balón, pero también a la picardía de la mirada. No siempre hacía travesuras, pero tenía la gracia de quien las imagina.

Cuando jugaba a las cartas había que estar atento a sus maniobras: en cualquier momento hacía una trampa. Si perdía, desparramaba las barajas y se negaba a seguir jugando.

Su madre lo describe como “consentido”. Nada parece desmentir la hipótesis de que la gente lo ha querido, pero el destino le reservaba algunas pruebas.

En la vida de Messi todo ha sido cuestión de escala. Tenía ocho años cuando sus padres se preocuparon por su baja estatura. Lo llevaron al médico y supieron que le faltaba una hormona que permite el crecimiento. Había remedio, pero costaba mi 500 dólares mensuales, algo incosteable para la familia. Recibieron apoyo de dos compañías de Rosario. Una vez al día Leo se inyectaba en la pierna con una presencia de ánimo insólita en alguien de ocho años. Desde entonces, su destreza sólo sería superada por su voluntad.

Al cabo de dos años el dinero para las inyecciones no pudo seguir fluyendo. Newell’s Old Boys se negó a asumir el gasto y Messi viajó a Buenos Aires para probarse con River Plate. Era el más pequeño de los aspirantes y fue el último en entrar al partido. Sólo quedaban dos minutos de juego, pero Leo se hizo notar. “¿Quién es el padre?”, preguntó el responsable de la prueba. Jorge Messi salió detrás de una alambrada. “Se queda”, dijo el técnico.

La contratación no llegó a ocurrir. El club de la franja roja no quiso negociar el traspaso con Newell’s ni aceptó pagar el tratamiento médico para un crack indiscutible, pero de futuro incierto.

El sueño de Messi hubiera sido permanecer en Rosario, junto a los buques lentos que avanzan por el río Paraná, presenciando las tertulias de El Cairo y celebrando el “Día del Amigo Leproso”. Las ataduras sentimentales le vienen bien al futbolista. No hay nada más estimulante –ni más escaso– que un jugador que puede ser hincha de su equipo.

Juan Román Riquelme es un sedentario extremo del futbol. Se siente cómodo en la vibrante cancha de Boca y pierde la brújula y la mirada si viste una camiseta extraña. También Messi deseaba quedarse con los suyos, pero la suerte lo convirtió en la figura contraria a Riquelme: un nómada extremo.

En 2000 cruzó el océano para probarse con el equipo blaugrana. El Barça es más que un club. ¿Significaba eso que adoptaría a un grande de Rosario que curiosamente era un niño?

Los primeros días en Catalunya fueron complicados. El entrenador Carles Rexach se encontraba en Sidney. Leo y su padre lo aguardaron durante dos semanas en un hotel con vista a la Plaza de España. Memorizaron el paisaje y vieron con envidia el autobús azul que lleva al aeropuerto. No querían seguir ahí. Estaban por empacar cuando supieron que el entrenador regresaría al día siguiente.

Dicen que cuando el desenfadado Rexach entrenó en Japón, nunca se enteró muy bien de cuál de los dos equipos era el suyo. El día de su cita con Messi llegó al campo retrasado y con su habitual aire distraído. No le costó trabajo reconocer al argentino sobre el césped, pues era el más pequeño. “Hay que contratarlo”, dijo de inmediato. No se podía dudar sobre él. “¡Estuvo 15 días en Barcelona, pero sobraron 14!”, agregó Rexach con su gusto por las inolvidables frases extravagantes.

Para tranquilizar a la familia, el técnico firmó el “contrato” más delgado del futbol. El 14 de diciembre de 2000 tomó una servilleta de papel en un bar y escribió un párrafo en el que se comprometía a velar por el niño. El documento tenía el mismo valor legal que una plegaria en Montserrat, pero hoy en día es custodiado por Josep Maria Minguella, gestor de la contratación, como una valiosísima pieza de arte popular. El 1 de marzo de 2001 se firmó un contrato de verdad y la familia Messi se trasladó a Barcelona para apoyar a La Pulga.

Uno de los mayores desafíos de un futbolista es la administración de la soledad. Durante horas sin fin debe matar el tedio en cuartos de hotel. Esto se agrava cuando el jugador es un niño alejado de su entorno. Sin los pasatiempos ni los ravioles familiares, Leo descubrió que vivir en Barcelona era tan aburrido como chupar un clavo.

También sus hermanos se deprimieron. La madre decidió regresar a Argentina con ellos. Leo se quedó con su padre en la ciudad donde entonces envejecía otro extranjero: el gorila blanco Copito de Nieve.

A Messi le sobraban facultades, pero la historia del futbol está llena de talentos que se quedaron en el camino. ¿Valía la pena permanecer en Barcelona, lejos de la familia, sin recompensa certera a la vista?

Una tarde el padre de Messi no pudo más y propuso que volvieran. Otra puerta parecía cerrarse en la carrera del jugador. Pero a los 13 años Leo ya era un especialista en adversidades. El niño que escapó por una ventana para ganar su primer título, le pidió a su padre que se quedaran. En Rosario estaba el mundo pero en Barcelona estaba La Masía, la escuela de futbol donde se formaron Xavi, Iniesta y el propio Guardiola.

Rexach tuvo la generosidad de fichar a un jugador que no sería suyo. Él no duraría suficiente tiempo como entrenador para ver el debut de Messi.

El honor le correspondió a Rijkaard, quien supo llevarlo con buen ritmo y apoyarlo paternalmente durante su primera lesión grave. Después contaría con Guardiola, el técnico que interpreta mejor que nadie el valor de la infancia en el futbol. No en balde fue recogebolas en el Camp Nou. Al comenzar la temporada 2009-2010 advirtió que su plantel estaba algo restringido y comentó: “jugaremos con los niños”, en alusión a Pedro y Jeffren. Con Guardiola en el banquillo, el sitio de Messi estaba asegurado.

La mayoría de edad de Leo coincidió con su maduración futbolística. En 2005 cumplió 18 años, fue nombrado mejor jugador del Mundial Sub-20 y anotó su primer gol con el F. C. Barcelona. En 2007 confirmó su jerarquía en el Santiago Bernabeu: el 10 de marzo fue responsable de un hat-trick ante el equipo merengue.

Los números que Messi ha llevado en la espalda trazan la biografía de un ídolo. Debutó en el Barça con el 30 de los supernumerarios, avanzó al 19 de los novatos que responden y llegó al upgrade definitivo, el 10 que Pelé y Maradona convirtieron en sagrado y, sobre todo, que él llevó de niño en el uniforme rojinegro del Newell’s.

Las lluvias de goles y los seis títulos conseguidos con el Barça en la temporada 2008-2009 le concedieron el Balón de Oro. Al recoger el trofeo sonrió como un niño en una heladería. Esto no mermó su apetito, en la liga 2009-2010 igualó la estrepitosa marca de 47 goles de Ronaldo.

A los 22 años, Lionel Messi es el jugador más apreciado del planeta. En cada partido demuestra que el futbol es un deporte loco que no depende del físico. Su 1.69 de estatura no le impidió rematar de cabeza en la final de la Champions ante el inmenso arquero Van der Saar.

Su sello personal consiste en frenar en seco e iniciar una súbita carrera para sortear adversarios y tirar al ángulo desde fuera del área. Sin embargo, también inventa goles de simbólico artificio: consiguió el sexto título consecutivo del Barça empujando la pelota con el corazón.

El trauma que padeció Ronaldinho es una advertencia para Messi. Ha conseguido todo, salvo brillar con la selección mayor de su país. El Mundial de Sudáfrica representa para él esa asignatura pendiente. Como el futbol detesta las obviedades, la mala campaña de clasificación de Argentina puede ser un buen augurio. Ningún equipo es tan poderoso como el que revierte su dolor en hambre ganadora. Fue la receta de Alemania en Suiza ‘54 y la de Argentina en México ‘86.

Messi atraviesa un estado de gracia que no se veía desde Maradona, a quien ya le calcó el célebre gol de 1986, cuando Diego burló a media selección inglesa. La versión Xerox de Messi ocurrió el 18 de abril de 2007 contra el Getafe. Esta obra maestra produjo otra del periodismo, firmada por Juan Sasturain: “Lionel Messi, autor del Quijote”. Como Pierre Menard, el personaje de Borges, La Pulga hizo de la copia un arte. Escribe Sasturain: “En estos tiempos de futbol mecanizado y jugadas preconcebidas con ejecutores obedientes, no es demasiado raro que se vean goles iguales a otros –hay infinidad de casos en que se repiten calcados circunstancias y desempeños–; lo extraordinario del caso es que, precisamente, lo que se veía mágicamente repetido era lo –por definición– irrepetible, lo excepcional: el mejor gol de la historia. El de Messi no era ni mejor ni peor: era, de un modo inquietante, igual. No hizo otro gol parecido ni lo copió ni lo imitó ni lo tradujo: simple, increíblemente, lo hizo otra vez”.

No sabemos adónde llegará Messi. Sólo sabemos que no hay defensas ni cerraduras que puedan detenerlo.

Cuando un niño quiere una bicicleta es capaz de muchas cosas. Cuando un hombre juega como el niño que quiere una bicicleta, es el mejor futbolista del mundo.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Guadalajara es una sucursal del infierno Crónica a causa de una memoria senil.


Sudar, gritar, pitar, acelerar, escurrir, derretirnos… desde hace tres días esa es la rutina de Guadalajara. Los periódicos dicen que la cosa va mal, pero ella, la señora que lleva de la mano a su hijo ha permitido que el chiquillo tire la basura al suelo. Las noticias reportan una onda de calor que se traga el país, pero la verdadera onda es traer poca ropa para que las carnes se desborden, el termómetro marca arriba de los 35 grados en una ciudad que hace veinte años no sabía que era arriba de los 25 grados Celsius. Recuerdo a la señora y a su chiquillo y concluyo: es el calor o el infierno ha puesto una sucursal en el terreno tapatío. Lo peor de todo es tengo que me alisto para salir a la calle.

Son las 2 de la tarde del sábado, por una distracción no he podido llegar a tiempo a la cita que estaba pactada a las 10 de la mañana. Victima de mis lagunas mentales había olvidado por completo la cita hasta que el mensaje hizo vibrar el celular “que onda tu, a qué hora vienes, no mames no más estoy yo aquí, así jamás vamos a terminar”

Había que hacer un trabajo en equipo para la clase de comunicación política donde hablamos de todo menos de grilla, nos da hueva hablar de huevones. Ese sábado había comenzado con las obligaciones morales atendiendo el negocio familiar y con ganas de escribir la historia del policía que no sabe hablar español correctamente, trae una pistola que no tiene balas, usa una placa que no es placa porque está adherida a su camisa, y cada que llega a la tienda expone su mal salario al pedir algunas cosas fiadas. No usa cartera porque eso es para billetes, no tiene familia porque eso es para gente estable, él sólo es velador de una de las tantas fábricas que están por mi casa.

Ayer viernes habría transcurrido una semana desde que mi cabellera muto a una cosa chistosa de menos de 1 centímetro de largo. Cortarme el pelo a rapa había pasado de ser un sacrificio a una delicia en menos de siete días. Aunque tengo que aclarar que el calor quema más de abajo que de arriba. Con mis shorts y mis caminatas vespertinas de la glorieta de los caballos al macrobus, que seguro son como 2 kilómetros, seguro seré un candidato potencial a desarrollar cáncer de piel. Esa tarde Mural, el periódico cuyas instalaciones son un bunker amurallado, había publicado que 37.1 grados centígrados podrían derretir hasta el mejor humor de cualquiera. Por eso, en mi caminata, los claxons se cansaron de sonar, la carpeta asfáltica era una gran plancha que me cocía las plantas de los pies, el agua de la glorieta de la minerva era el oasis en el desierto, aunque estuviera verde, enlamada y rayando en lo asqueroso.

Pero hoy, sábado, se me ha hecho tarde y con mis huaraches, bermuda y playera tomo el libro pendiente, del que me he aprendido frases completas, como la de que un médico trabaja con pelear contra la muerte y sabe que muchas veces va a perder, aunque su derrota es sobre todo la derrota del otro.
Tomo las llaves, el celular, unas monedas, y con la convicción de quedarme ciego en un camión me subo al macrobus en la estación José Clemente Orozco.
Un horno, de verdad que esto es un horno azul. Aquí las caras brillan, el señor sentado delante de mi escurre, gotea, es un bajante de minerales, agua y calor. Afuera hay 37 grados al sol, aquí adentro nos falta el aire pero nos sobra el agua propia. La señora que está a punto de sentarse a mi lado le sopla a la silla con una bolsa “es que está demasiado caliente, luego se me hacen granos” me dice como si le hubiera preguntado. Hubiera querido no saberlo, pero le sonrió cómplice del bochorno.

Si Juan volviera a vivir, seguramente sería un furioso incapaz de maldecir y mentar madres de tanto coraje que sus mandíbulas no podrían cerrarse. ¿El motivo? Muy simple, desde hace cuatro años mi abuelo Juan ya no está aquí, en su tierra y con los suyos, y en el mismo tiempo el centro histórico de Guadalajara ha cambiado. Muchos piensan que fue para mal, los políticos siempre dicen que es para bien. Juan nunca dijo nada al respecto.

Apesta, esa esquina donde Juan se hizo viejo pesando gente en una báscula en la calzada Independencia y Javier Mina es un infierno transitado por mortales. Al abrirse las puertas del horno azul se sienten las pieles pegajosas, brillosas y humedas. Con los niños noquedos en los brazos de su madre, con las faldas distractoras. El gel de los galanes se ha hecho engrudo y en las manos una botella de agua que dejo de estar fría hace media hora. Tomo el tren ligero, después el pretren, quiero llegar a una casa fresca, debajo de un árbol tirarme y sentir el verde pasto en mi pelona. Los diarios dicen que la cosa va mal… yo no la veo mal, la siento simplemente pecadora, esto es un infierno.

sábado, 15 de mayo de 2010

El Jefe Diego, los medios y las oficinas de comunicación

Sábado, día de descanso. Sólo algunos poquitos trabajan. En las empresas de monitoreo de medios informativos se implementa una guardia, para que siempre esté alguien al pendiente. Uno no sabe cuándo puede explotar una bomba, sobre todo en un país donde las cárceles parecen hoteles, las carreteras son un retén y la SEMEFO tiene más trabajo que un medio de comunicación.

Hoy me tocó la guardia en Medialog (click aquí si no sabes lo que es Medialog). Luego de papearmela toda la mañana con noticias viejas (ayer es viejo) y cobertura de las ceremonias en honor a la docencia, escucho un ligero rumor, que poco a poco fue creciendo hasta abarcarlo todo... "dicen que secuestraron al Jefe Diego". El acabose.


Es imposible no recordar el avionazo de Mouriño y el suicidio de Carlos Briseño. El día de la muerte de Juan Camilo, primero se supo de un accidente aéreo, luego que el avión era de la SEGOB, hasta entonces no pasaba de ser una nota importante, hasta que se supo quiénes iban en el aeroplano: la oficina, de cabeza. En el otro caso, luego de confirmarse el "autoatentado" de Briseño Torres, se olvidó cualquier otra información.

Sin embargo, hoy era distinto: era sábado. Los periódicos y las agencias informativas tienen una forma lógica de funcionamiento. Un diario no puede decirle a sus periodistas que salgan a la calle a "buscar una noticia" y en la noche imprimir lo que le traen. En este mundo nada es simple, todo es complejo. Por tanto, la actividad periodística requiere un orden, una rutina que le asegure día tras día, minuto a minuto, tener la información que requiere para poder entregarla su público. Pero el sábado es día de descanso.

Si la información en estos casos suele fluir a cuentagotas, en el sexto día de la semana se pone peor. Los medios comenzaron a recurrir a fuentes que, o no tenían nada que ver, o eran informantes anónimos y por tanto sin mucha validez. Todos querían la declaración de Calderón, del Procurador, de Gómez Mont, pero mientras lo conseguían tenían que decir algo. En una estación de radio entrevistaban a Arturo Zamora, una televisora leía los rumores de Twitter y Facebook; en otro lado entrevistaban al ex gobernador de Aguascalientes Felipe González, mientras Zabludovsky repetía una y otra vez que una fuente confiable le confió que el cadáver fue encontrado en cierto lugar de Querétaro. Luego repetían la información que habían oído en otros medios, agradeciendo los escuetos comunicados que mandaba la Presidencia. Otros más, perdidos en la felicidad del fin de semana, no decían ni pío, o reaccionaban muy tarde, como Proceso, que hasta después de las tres de la tarde subió una mininota a su página de internet.

Y todo, TODO, lo querían saber las oficinas de comunicación de cuanta dependencia gubernamental se pudiera ocurrir. Medialog tiene a muchas secretarías del gobierno federal entre sus clientes, así que había que transcribir cada información nueva que saliera en los medios electrónicos (televisión y radio).

Pero el Estado Mayor Presidencial pedía transcripción del comunicado de la Presidencia; la PGR pedía la información sobre la declaración que había dado la procuraduría de Querétaro; y la Presidencia pedía todo de todos... tal parece que la comunicación entre las instituciones no existe en estos casos.

Pero afortunadamente, mi trabajo es a la antigüita: con horario establecido. Dieron las cuatro y se acabó. El EMP seguirá requiriendo información, mis patrones seguirán vueltos locos, los periodistas seguirán buscando a quién entrevistar o inventando datos de ser necesario. El Jefe Diego seguirá desaparecido, pero yo me voy... es sábado, sagrado día de reposo, la conclusión la conoceré el lunes.

jueves, 13 de mayo de 2010

Regidora machista.

Parece ser que aun hace falta mucha educación en cuanto a la violencia intrafamiliar y discriminación contra las mujeres se refiere.

Es lamentable que mientras en el cabildo de Guadalajara se encuentra una regidora que pugna por que se reconozcan cada vez más los derechos que tienen las mujeres y que hizo un buen trabajo al respecto en la pasada legislatura del Congreso de Jalisco, Gloria Rojas Maldonado, exista dentro de su misma bancada del PRI en el Ayuntamiento tapatío una mujer que declara todo lo contrario.

La discriminación es un problema muy grave y si no se empieza por elegir legisladores con una visión y conocimiento amplio sobre los valores y derechos humanos será mucho más difícil educar a la población que aun sigue creyendo que la mujer es culpable de todos sus males como lo hace la priísta Leticia Hernández Rangel.

http://dk1250.com/local/19552-Culpa-las-mujeres-violencia-intrafamiliar.html

En palabras textuales de la edil:

"Hay muchísimos hombres que se van a los vicios porque en sus casas son incomprendidos, quieren este ellos, estar con su familia pero la mujer no solamente les está achacando: es que no trabajas, que se busquen otro trabajo o que si en ese trabajo no ganan bien, que busquen otro; entonces os hombres se van a los vicios”.

Es de esperar que haya acciones o al menos declaraciones respecto a esta falta de conocimiento pues si se deja como una declaración echada al aire se habrá perdido mucho de lo ya ganado en estos temas, la mujer no se busca la violencia, así ha expresado muchas veces Gloria Rojas y espero que esta vez tenga alguna respuesta a su compañera Leticia.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Villoro: sus bailes y sus huevos.

Crónica de un encuentro cronicado.
Omar García

Él danzará durante los próximos 100 minutos sin que nadie se dé cuenta. Taconeara, hará swin con el derecho, un poco de tango con el izquierdo, yoga con ambos y hasta un meloso cha cha cha con sus zapatos brillosos acabados en punta. Viene a hablar de todo y todos menos de él… y es que aprendió a escribir, o mal escribir, haciendo periodismo en un diario que nunca vio la luz.

Son las 16 horas en el centro de Guadalajara y los periodistas del periódico más longevo de la ciudad, El Informador, acudirán en un par de minutos a una sesión con él en la casa de la fundación Álvarez del Castillo, la misma en la que el piso uno es un gran estacionamiento y el piso 2 es una sobria casona al estilo México contemporáneo. Como todos están aquí la ciudad tendrá que esperar por reporteros, hoy es el día de él.

En ese salón acondicionado con 60 sillas ocupadas por profesionales de los medios, con blancos, cafés, escasos y, la mayoría de alborotados cabellos, los periodistas se sitúan viendo al frente, donde una televisión de más de 30 pulgadas hace las veces de escenografía. El bailarín quiere comenzar no sin antes una presentación de closet, “este hombre no necesita presentación y menos frente a periodistas como ustedes” dijo Diego Petersen.

Con un kilataje modesto embutido en una estatura propia de algún viejo vikingo, ha de comenzar el hombre que lleva toda la tarde hablando de él, su obra, su país y su planeta. Lo hace sin pensar, pero es tan hábil para hablar frente a un micrófono que parece que lleva un guión retratado en la mente. Lo sigue, lo cambia, lo remasteriza… y todo a una velocidad que parece que ya tiene todo reflexionado.

“La crónica periodística tiene un contrato con la verdad, no es válido darse licencias para inventar personajes o cambiar los tiempos. En una ocasión…” y suelta experiencias vividas, crónicas leídas, anécdotas ajenas tan bien contadas que parecen propias; este hombre de barba tupida y cabellera rala bien podría hacerle la carpeta informativa a Dios.

Las frases se le desbordan a borbotones frente a un público que le festeja cada perla. Están las que se vuelven filosóficas “En la crónica, como en la vida, no siempre hay vidas interesantes.” También las frases que apabullan a los editores “se pueden hacer crónicas de contrabando, pero la columna vertical de un periódico siempre son las noticias” Maquilará frases a diestra y siniestra haciéndole una crítica al periodismo de internet “Estamos sumergidos en una sociedad del comentario, el problema de los bloggers es que con sus comentarios tienen presente su capacidad de escupir sobre la nota que leyeron” “Al igual los medios online, es como si los restaurantes tuvieran reportes pegados en la pared de todas las personas que vomitaron con su comida”

Es Juan Villoro, un periodista que es literato y viceversa. El hombre que está a punto de salir por esa puerta para fotografiarse con muchos de esos colegas a los que les lleva varias décadas de ventaja se despide con un consejo que retumba: Para hacer una buena crónica se necesita lo mismo que para hacer unos huevos rancheros para que ambos sepan bien: pasión

sábado, 8 de mayo de 2010

El oscuro Lajous

British Petroleum es la empresa responsable de un grave derrame de crudo en el Golfo de México, misma que provoca daños irreversibles en el ecosistema marítimo.

Para comprender mejor el poder de estas compañías petroleras transnacionales, que han tenido una intervención nefasta a lo largo de la historia mexicana, con la activa participación el señor Adrián Lajous Vargas, aquí una valiosa participación del señor Alfredo Jalife-Rahme, internacionalista de la UNAM, en Medios UdeG.



Tras esto, sería bueno darle una revisadita a la columna que publicó la señora Ifigenia Martínez en Proceso, en el lejano noviembre del 95... click aquí.

"El Agua es Como de Tu ¨Familia"

Desvinculemos acciones, justifiquemos gastos.

Alejandro Velazco


Seguramente han visto los espectaculares en las calles de la campaña lanzada en octubre de 2009 llamada "El agua es como de tu familia: protégela" de la Comisión Nacional del Agua.

También pudieron haber escuchado los spots para radio de esta misma campaña con música que entremezclaba una especie de rap=regetón con letras que invitan al cuidado del vital líquido.

Esta campaña publicitaria tuvo un costo total de 167 millones de pesos con la cual se esperaba crear conciencia de los jóvenes y adolescentes del ahorro del agua, dentro de la misma campaña se introdujo la modalidad de enviar mensajes de texto para poder recibir en tu celular consejos para tener un mejor aprovechamiento de dicho recurso.




Me dio una gran extrañeza al ver por primera vez la campaña, letra indescifrable, imágenes descontextualizadas, colores extremadamente llamativos; en radio: música hiphop con letritas carentes de cualquier vínculo que lograra crear una empatía, o al menos ese fue mi sentir por lo que la califiqué de una pésima campaña, preguntando a compañeros y amigos lo concluí: es una pésima estrategia de la CONAGUA.

Mediante la solicitud AA0170-1009, de Infomex se me entregó la "justificación teórica" (la cual pueden ver aquí) que fue utilizada por los publicistas contratados por la Comisión y me llevé una sorpresa.

Señalan que debido a un estudio que hicieron de investigación antropológica, encuentro de insights y de la problemática del consumo de agua se llegó a las siguientes conclusiones.

Primeramente se dirigiría al segmento de "pre-adolescente/adolescentes de todo el país" la propia CONAGUA señala:

Para crear empatía entre el mensaje de la campaña y este segmento, se seleccionaron los diferentes estilos gráficos y musicales que rigen conductas, modas y atraen la atención a esta edad. La forma (colores, dibujos, escenas y el tono) que se utiliza en el comercial logra que los niños se identifiquen. Esto se confirmó con una segunda investigación cualitativa pretest"

Afirma el documento oficial que esto crea un vínculo "emocional" entre "el agua y el usuario" (el agua tiene sentimientos y emociones, gran descubrimiento) y señalan que la analogía hecha con el concepto de "familia" crea conciencia sobre la importancia del escaso líquido, escaso para nosotros menos para las embotelladoras, pero ese es otro tema; en fin, la obsesión de este gobierno con el concepto de "familia" llega tan lejos que cree que al vincular absolutamente todo con ello es la respuesta para los problemas más graves del país, por ello que no acepten variaciones en su visión de lo que es familia.

Para la campaña radiofónica señalan lo siguiente:

se retomaron las melodías y ritmos populares con mayor auge en este segmento, siendo reggaetón, hip-hop y rap, los más importantes y reconocidos por el público objetivo"

Será cierto que este tipo de géneros musicales llegó con muy fuerte auge a nuestro país, pero aun no es muy buena idea generalizar así una estrategia que debiera ser tan importante.

La falta de profesionalismo y conocimiento de las entidades de gobierno, en este caso la CONAGUA, nos da como resultado acciones desvinculadas, sin seguimiento, sin utilidad y totalmente infértiles en la sociedad, estas actividades se convierten entonces en una forma de justificar el gasto, de darle trabajo al amigo diseñador, al amigo publicista, como un pequeño ejemplo la licenciada Elizabeth Serrano Nájera, quien actualmente es coordinadora de Investigación y Planeación de la Comisión Nacional del Agua (y de las principales encargadas de la campaña) aparece en la lista de pagos de 2007 de la Auditoría Superior de la Federación con un monto de 181,578.96 con fecha del 02 de julio al 31 de diciembre de 2007 por concepto de SERVICIOS DE ASESORÍA, CONSULTORÍA, INFORMÁTICOS, ESTUDIOS E INVESTIGACIONES Y OTROS SERVICIOS.

Si tan solo esas investigaciones sirvieran para algo pero como vemos en este caso de "El agua es como de tu familia" nos damos cuenta de que solo es dinero y tiempo que no reditúa en una verdadera solución a los problemas que se "intentan" resolver.

En fin, si no han visto la campaña véanla bien y pregunten a esos jóvenes a quienes va dirigida si realmente sienten ese vínculo emocional con el agua, la respuesta no sorprenderá, será un rotundo y tajante: no.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Requiem por una peda

Protección oficial
gloria reza m.
Proceso Jalisco 2007

Frente al Rastro Municipal, cerca de las instalaciones del Centro Universitario de Ciencias Económicas y Administrativas (CUCEA), funciona desde hace dos años el restaurante bar El Dorado. Cada viernes, la Dirección de Inspección de Reglamentos de Zapopan lo clausura y multa a su dueña, Ana María del Carmen Cardona Estrella. La empresaria asegura que desde enero pasado, con el cambio de administración municipal, comenzó el “acoso y abuso de autoridad” de inspectores que acuden hasta tres veces en un día a “corroborar que tenga y presente cédula municipal, que respete su giro principal y que no expenda bebidas alcohólicas a menores”.



Todo parece indicar que su grave falta es hacerle la competencia al negocio “universitario” de La Calle 2, pues Cardona asegura que la UdeG cuenta con el respaldo del ayuntamiento, sobre todo del director de Comercio, Marco Antonio Sánchez López. Éste, dice la dueña de El Dorado, “me declaró en un miércoles ciudadano ante Heraclio Reséndiz, oficial de Padrón y Licencias, así como de su jefe inmediato, Pablo Aguilar Lucio, director general de Inspección de Reglamentos, que el secretario del CUCEA, Sergio Camarena, le ordenó que me clausurara”. Durante otro miércoles ciudadano, en la colonia El Briseño, el mencionado Heraclio Reséndiz Sañudo le comentó a Cardona Estrella –en presencia de la reportera– que el 3 de julio se realizaría una reunión de la Comisión de Giros Restringidos a la cual acudirían “su servidor, Pablo Aguilar Lucio, regidores y autoridades de la UdeG para resolver su situación”. A la cita acudieron además de Reséndiz y Aguilar, asesores del PRI y del PRD, así como el coordinador de los ediles panistas, José Salcedo Martínez.



Así mismo estuvieron ahí otras tres personas a las que Miguel Ortiz, representante del regidor perredista Manuel Villagómez en la comisión, “jamás había visto” y, por tanto, no pudo asegurar ni desmentir que fueran representantes de la universidad. En la sesión, Aguilar Lucio afirmó que María del Carmen Cardona había infringido la ley municipal muchas veces y que “le han levantado ocho clausuras, dos infracciones y un apercibimiento por vender cerveza sin alimentos”. Cardona le recordó que en los primeros cuatro meses del presente año los inspectores la multaban al considerar que tortas, tacos, pizzas, tostadas y sushi no son alimentos, pero que la situación se aclaró cuando ella solicitó tres veces al municipio que le precisara por escrito si los productos que vende son alimentos o no.



Además, mencionó que sus clientes son estudiantes que “no cuentan con dinero suficiente para estar consumiendo alimentos todo el tiempo mientras toman su cerveza”. Entonces Reséndiz defendió a los inspectores y dijo que “no se puede sostener un restaurante a base de tostaditas; se requiere de comida más elaborada, una carta”. Sin embargo, el Reglamento de Comercio no señala qué alimentos debe ofrecer un restaurante. Posteriormente, Aguilar Lucio dijo que la empresaria había violado la ley al organizar un evento con música en vivo sin el permiso oficial ni la seguridad adecuada. Cuando Cardona replicó que todo estuvo en regla, el oficial de Padrón y Licencias coincidió con ella y agregó que la clausura no procedía. Otro de los argumentos del ayuntamiento contra El Dorado es que los vecinos del restaurante “se dicen molestados en sus viviendas por el funcionamiento del lugar –dice Cardona–, aunque frente a mi negocio está una carnicería, al lado derecho un lote baldío, al lado izquierdo un negocio y en contra esquina una casa vacía”. Por esos motivos recurrió a la Ley de Transparencia y, aunque fue necesario interponer un recurso de revisión, al fin supo quiénes son los “vecinos” quejosos: el jefe de la Unidad de Vigilancia del CUCEA, Benjamín Jiménez López, y el jefe del Departamento de Operación del Rastro, Eduardo Fletes Lara. Confrontación legal Ante las irregularidades mencionadas, María del Carmen Cardona demandó por la vía civil –expediente 275/07– al ayuntamiento de Zapopan y al director de Comercio, Marco Antonio Sánchez. Por ello el coordinador de Sindicatura, Francisco Uribe Tapia, le propuso que si retiraba la demanda contra el ayuntamiento –aunque no lo hiciera con la relativa al funcionario– le otorgarían el cambio de giro de restaurante a centro botanero. “Nos desistimos y solicitamos el cambio de giro el 15 de mayo reuniendo todos los requisitos, pero a la fecha no ha habido respuesta”, comenta la empresaria.



También presentó una demanda ante la Procuraduría General de Justicia del Estado, con base en la que se integró la averiguación previa 2753/07 por extorsión y por abuso de autoridad contra el coordinador de inspectores, Carlos Murguía López, el inspector especializado Gerardo Osorio Peña y los inspectores multimodales Enrique Fabián García Higuera y Armando Alfonso Morales Zavala. Así mismo, presentó dos quejas contra los funcionarios mencionados: la administrativa RA/0520/6/103/07, que será investigada en la Sindicatura, y la CM-AR-PAR-0005-07, que será analizada en la Contraloría interna. Además, interpuso una queja (número 43) ante la Dirección de Asuntos Internos del municipio para que investigue la mala actuación de cuatro inspectores bajo el mando de Marco Antonio Sánchez. Y es que, aunque el negocio está cerrado, el director de Comercio sigue enviando a sus inspectores. El 23 de febrero pasado, el rector del CUCEA, Jesús Arroyo Alejandre, envió un oficio al presidente municipal de Zapopan, Juan Sánchez Aldana, para solicitar “que se clausure ese negocio (El Dorado) por vender bebidas alcohólicas a menores de edad y a estudiantes de este centro universitario, porque su actividad resulta nociva para la salud de nuestros jóvenes y para evitar problemas de alcoholismo y de distribución de drogas”. En entrevista, el secretario administrativo del CUCEA, Sergio Camarena Delgado, acompañado del abogado del centro y del jefe de la Unidad de Vigilancia, Benjamín Jiménez López, niega que la institución proteja a La Calle 2. Camarena considera que El Dorado “ha crecido tanto que vienen estudiantes del CUCEI y del CUCSH, pero no es un lugar adecuado”.



Sostiene que “una vez lo cerraron porque encontraron droga entre los músicos de una banda, traían piedra base y algunos alumnos de la prepa traían mariguana y estaban bebiendo cerveza. En ocasiones hasta descargan dos camiones”. Precisa que la fecha en que se clausuró el lugar fue el 9 de marzo, durante la fiesta de bienvenida del Cucebrio. Sin embargo, en la reunión que sostuvieron autoridades municipales con Cardona para decidir si continuaba operando el negocio no se mencionó el asunto, que hubiera sido relevante. Pese a que El Dorado tiene ya dos años operando, Benjamín Jiménez considera que “las molestias” surgieron a partir de que se abrió el ingreso vehicular por la calle La Grana, según él hace un año. No obstante, esa entrada se inauguró el pasado 23 de marzo, de acuerdo con la página web del CUCEA.


Además, la queja oficial de este centro universitario se presentó un mes antes. Los funcionarios de la UdeG señalan que otra de sus preocupaciones es el aumento de los reportes de maestros agredidos por estudiantes ebrios, pero cuando se les pide copia de los reportes, Camarena Delgado aclara que no los tiene por escrito y que tampoco se inició ningún trámite administrativo, “ya que se arregla la situación cuando el alumno pide disculpas a su profesor”... ?