domingo, 30 de enero de 2011

Fiesta Atarantada

- A ver Chalán, investígame qué música le gusta a los opositodos, quiero una mega peda para inaugurar mi caprichito.
Gritó el Góber jalisciense entre botellas de Herradura y Walker, con ligero hipo espera una respuesta.
- Pues según fuentes confiables de nuestras Antenas pues que les gusta así lo alternativo, el rock y como que el electrónico, ¿qué pide que hagamos?
- ¡En la madre!, yo que quería al Putrillo y a la Paulina, en fin, búscame algo baratón para meterles el dedo con música y sepan quién manda.

Y así se acordó que el 29 de enero fuera inaugurado el Puente Atirantado Matute Remus -quien debe estarse revolcando en su tumba- con los grupos Bengala, Austin TV, Sussie 4 y el DJ Paolo Mojo.

viernes, 28 de enero de 2011

Armas y letras

Mural
Juan Villoro
28 Ene. 11

La loable iniciativa de transparentar los datos sobre la violencia ha permitido conocer de manera confiable una escabrosa realidad. Más de 34 mil muertos en cuatro años, saldo superior al de la guerra en Afganistán.

No es extraño que en un ambiente de deterioro la crispación se generalice. Si alguien critica la política de seguridad que produce tantas víctimas, otro comenta: "¿Y qué querías: que no se hiciera nada?".

La discusión entre Todo o Nada lleva al silencio. Criticar los accidentes en una carretera no invita a suspender los viajes, sino a mejorar la forma en que se hacen. El problema no es que se combata al narcotráfico, sino que no se obtengan mejores resultados.

No conocemos la solución porque no existe un remedio. A largo plazo, la salida del conflicto vendrá de los efectos combinados de la legalización regulada y paulatina de ciertas drogas, la investigación de redes de financiamiento y lavado de dinero, la detención de cómplices del narcotráfico en los tres poderes y en el mundo empresarial, y una más eficaz relación con Estados Unidos, donde el tráfico de drogas y armas opera con el suave fluir de lo institucional, sin cárteles ni capos conocidos.

En un contexto en el que tanto se discute sorprende que no se hayan atendido las variables educativas y culturales del tema. Los focos rojos están a la vista. El Presidente Calderón señaló que el país tiene siete millones de "ninis", jóvenes que no estudian ni trabajan. Tampoco tienen opciones deportivas, religiosas o culturales.

En 2010 México ocupó el último lugar en América Latina en recuperación de empleos. Al menos una generación carecerá de un horizonte laboral deseable. Su destino lógico es la inopia, acentuada por el alcohol, las drogas y la televisión.

Suiza tiene tantos habitantes como nosotros tenemos "ninis". Si contamos a los que tienen empleos o estudios temporales y carecen de futuro garantizado, podríamos llenar varios países escandinavos con mexicanos sin alternativas.

El problema es gravísimo por una razón adicional: hay otras opciones, todas ilegales. El narcotráfico no puede ser visto como un simple "Llamado del Mal"; para millones de jóvenes, representa la única opción concreta de obtener una mejoría económica instantánea, compartir códigos de pertenencia, asumir una identidad definida y elevar la autoestima. El hecho de que un sicario pueda morir pronto no siempre es un argumento disuasorio. El peligro -las intensidades de una vida breve- incluso pueden ser un aliciente. Además, queda la compensación de dejar una casa para la familia y haber disfrutado algo en un destino que se extendía al modo de un desierto.

Como señaló Antanas Mokus en su campaña a la presidencia de Colombia, combatir el crimen a través de la educación y de la ética es más tardado y costoso que combatirlo con las balas, pero se trata de la única solución definitiva.

Para reconstruir su tejido social, Colombia ha construido bibliotecas en sitios que se consideraban bastiones del hampa. Es el caso de la Biblioteca España, situada en uno de los barrios más bravos de Medellín, algo equivalente a edificar un inmenso centro cultural en Badiraguato, Sinaloa, meca del narcotráfico.

Disponemos de información sobre los municipios más conflictivos del país. Urge una cruzada cultural que los atienda y permita una recuperación social definitiva.

A largo plazo, la política de seguridad depende más de la Secretaría de Educación que de la Secretaría de la Defensa. Además, el Ejército no sólo necesita un armamento superior, sino capacitación en áreas que no se han tomado en cuenta (ética, antropología, historia, literatura). Sabemos que la mejor guerra es la que no se libra. Cuando se vuelve inevitable, el pacifismo consiste en ganarla sin quebrantar principios.

La educación sirve para prevenir el delito, pero también para combatirlo sin deponer la ética. En este sentido, la recuperación cultural del país no puede ser ajena al Ejército, que no sólo requiere de atención logística y económica.

En su discurso sobre las armas y las letras, Cervantes, escritor soldado, encomia la entrega del "mílite guerrero" por encima de la vida especulativa de quien renuncia a la acción. El fundador de la novela moderna conocía los límites de la imaginación y las urgencias de la práctica.

Un amigo expresaba hace poco: "Un joven que lee a Salgari no puede ser sicario". Se trata de una frase hermosa, que admite un matiz para no ser ingenua. Es cierto que no conocemos sicarios que hayan leído a Salgari, pero conocemos comandantes nazis que sí lo hicieron. No se trata de combatir en exclusiva con las armas ni en exclusiva con las letras. Digamos que leer dificulta ser sicario, pero sólo lo impide si la sociedad en su conjunto demuestra que ha leído.

No hay soluciones simples. Por eso es grave que las discrepancias lleven a la estéril dicotomía de Todo o Nada. Tenemos que ponernos de parte de una solución compleja.

La cultura no debe ser el privilegio de quienes "superaron" su circunstancia, sino la normalidad de quienes viven en ella.

martes, 11 de enero de 2011

Eneredados en la web

Por Mural

Rebeca Herrejón










(07-Nov-2010).-
Un promedio de 50 tweets diarios y 16 horas conectado -ya sea en su teléfono inteligente o en la computadora de su trabajo-, Luis Guzmán se ha vuelto adicto a la tecnología y a la necesidad de recibir información todo el tiempo, todos los días.

"La sensación esa de ser partícipe y de tener la información de primera mano es algo que a mí me hace caer en esa desesperación", explicó Luis, de 30 años de edad y de profesión abogado.

Hasta hace tres años, antes de tener una Blackberry, un teléfono móvil inteligente, le bastaba sólo revisar su correo una vez al día, dejaba de angustiarse por el trabajo al momento de salir de la oficina y no sentía curiosidad por conocer qué decían o hacían sus amigos.

"Yo me considero que no tengo vicios así muy grandes. No tomo, no fumo, no veo televisión, pero yo siento que el estar conectado o ver lo que otras personas ponen o yo poner información, el hecho de no poder hacerlo en el momento, sí me crea una situación de desesperación", indicó.

Ha intentado dejarlo. Los domingos cuando menos, pero es difícil. A veces, la comunicación con su pareja, quien tiene un teléfono similar, es mediante el aparato.

En Europa, la sensación de necesidad y estrés por estar conectado tiene un nombre: desorden de adicción al Internet. En México, un País con 30 millones 600 mil navegantes de la Web no hay diagnóstico ni tratamiento.

El día de Luis empieza con los mensajes de 140 caracteres que postean los portales de información y periodistas que sigue en la red social Twitter, para ponerse al tanto de las noticias.

Después, las actualizaciones de sus amigos en Facebook o las que él mismo genera, los correos en la oficina y, de ahí a las 00:00 horas, cuando vuelve a conciliar el sueño, vive el día con su teléfono o su monitor.

"Sí te crea una dependencia que sí viene acompañada de un estrés", afirma.

La adicción puede diagnosticarse si una persona comienza a descuidar su proyecto de vida por estar enlazado, no sólo con las redes sociales, sino con videojuegos, el teléfono móvil u otras tecnologías, afirmó José de Jesús Gutiérrez Rodríguez, jefe de las clínicas de Salud Mental de la UdeG.

"Es una dependencia sicológica, es una dependencia emocional, en donde si tú le retiras la posibilidad de estar accediendo a estas tecnologías con todo lo que implica, la persona por supuesto que va a sentirse frustrada y puede ser hasta agresiva", dijo.

Desesperación, aumento del estrés, sentimiento de culpa al evaluar el tiempo que se invierte en la web y pérdida de horas de sueño, son algunos focos rojos.

"Hay que diferenciar el que una persona necesite, para cuestiones laborales, estar comunicándose permanentemente, ahí no vamos a encontrar un elemento problemático ni sicopatológico", acotó Julio Horacio Villegas Olguín, del Instituto Jalisciense de Salud Mental.

El grupo más afectado, coincidieron expertos, suelen ser los adolescentes, pero puede sucederle a un adulto cuya vida social cara a cara sea bastante prolífera.





Sustituyen éxitos



El mayor problema de las redes sociales, agregó Villegas Olguín, es que la estancia en éstas puede sustituir la sensación de éxito y logros que podrían tenerse en relaciones cara a cara.

Para combatir esta adicción, añadió Gutiérrez Rodríguez, es necesario hacer patente que existe el problema sobre el tiempo que se invierte en el aparato, además de echar un vistazo a su lista de metas por cumplir.

Después, acudir con un profesional.

Aunado a esto, quien siente que posee problemas con las redes sociales debe fortificar los vínculos con la familia y los amigos, pero de carne y hueso.







Diagnóstico sencillo



Si usted responde afirmativamente a cinco de estas preguntas, podría tener una adicción a Internet y es conveniente buscar ayuda, de acuerdo con el Centro para la Adicción a Internet "Netadicction", un centro creado en la Unión Americana.



Pregunta Sí No
¿Se siente preocupado por su actividad en línea, pensando en su última conexión o la que tendrá más tarde?
¿Siente la necesidad de utilizar internet con periodos más extensos para tener alguna satisfacción?
¿Ha hecho esfuerzos, sin lograrlo, para controlar, recortar o detener el uso de Internet?
¿Se siente cansado, enfadado, deprimido o irritable cuando intenta recortar su uso de Internet?
¿Ha permanecido en la red por más tiempo del que inicialmente programó?
¿Ha puesto en juego alguna relación significativa, trabajo, educación o una oportunidad de carrera por el Internet?
¿Ha mentido a sus familiares o amigos para conciliar su extendido uso de la red?
¿Utiliza el Internet como un escape a problemas o solucionar sentimientos de ansiedad, depresión u otras?

sábado, 8 de enero de 2011

La miseria feliz

Mural
Juan Villoro
7 Ene. 11

"¿Estás de malas o sólo eres francés?". Esta pregunta tiene peculiar sentido. Como todos los años, la agencia Gallup valoró los índices de optimismo y pesimismo en el planeta. Noblesse oblige, los más tristes de la Tierra fueron los franceses, seguidos por los islandeses, los rumanos, los serbios y los británicos.

Una vez más, la alegría estuvo del lado de los países pobres. La nación más feliz del orbe es Nigeria. El segundo lugar se lo llevó Vietnam. El tercer puesto fue un empate que anuncia un partido épico para el próximo Mundial: Brasil y Ghana. El cuarto lugar le correspondió al gigante del capitalismo autoritario (China) y el sorprendente quinto sitio a Kosovo (uno pensaría que si los serbios sucumben a la depresión, otro tanto debería pasarle a los kosovares, pero está visto que la historia impacta de distinto modo a quienes pasan por cataclismos similares).

Que los franceses dominen la tristeza invita a reflexionar, no sólo sobre el humor de esa región, sino sobre la noción misma de "felicidad".

París es, quizá, la capital más bella del mundo, pero sus habitantes la recorren como si no lo supieran. ¿Ignoran la supremacía de esos puentes y la cuidada geometría de los edificios? Por supuesto que no. Simplemente desprecian la dicha fácil. Uno de los grandes misterios de la cultura es que le otorga valor a la inconformidad y al pesimismo. Repasemos algunos de los títulos más populares de la literatura francesa del siglo 20: "La Náusea", "La Peste", "Buenos Días, Tristeza", "El inmoralista", "Viaje al Fondo de la Noche", "Pompas Fúnebres". Sin llegar a la contundencia de Victor Hugo, que resumió su época con un lema sin consuelo ("Los Miserables"), los novelistas franceses del siglo pasado demostraron que lo interesante suele ser canijo. En manos de un francés, hasta los títulos neutros parecen tremendos: cuando Malraux escribe "La Condición Humana", Camus "El Extranjero" o Houellebecq "La Posibilidad de una Isla", sospechamos que no hay alivio en ser humano, forastero o isleño.

La "nueva ola" del cine francés perfeccionó los personajes maravillosamente tristes. Mientras Alain Delon fumaba un cigarro oscuro, sus ojos melancólicos anunciaban que en la última toma sería acribillado con injusta elegancia.

El cine francés le debe mucho a los suéteres de cuello de tortuga, la iluminación en penumbra y los coches Citroen que permitían tomas a la altura de las rodillas de los peatones. Pero sobre todo, le debe su fortuna a la demostración de que las reacciones emocionales son arbitrarias y casi nunca agradables. El cine francés refinó al máximo la belleza neurótica: para tener chiste, las guapas también deben tener problemas.

Desde "Las Relaciones Peligrosas", de Chardelos de Laclos, sabemos que, cuando el amor se enreda, requiere de denominaciones francesas como femme fatale, ménage ˆ trois o voyeur.

Las teorías de Lacan, Foucault, Derrida, Barthes y Bataille hicieron lo suyo para demostrar que el placer tiene causas raras. Los antecedentes del asunto son remotos. Denis de Rougemont encontró el impulso rector de la poesía amorosa en los textos cátaros del siglo 12, que tratan de la pasión no correspondida. El hombre satisfecho no versifica; el impulso creador viene del rechazo o de las tribulaciones que trae la aceptación.

Total que Francia ha dedicado buena parte de su cultura a hacer interesante la tristeza. "Llueve en la ciudad como llueve en mi corazón", escribe Verlaine.

No es raro que los franceses se depriman en forma tan satisfactoria. En su contexto, la dicha en estado puro parece un remedio de farmacia, un jarabe demasiado simple.

Resulta imposible evaluar la dicha al margen de cada sociedad. Las ilusiones son tan cambiantes como los países. Quienes saben que las cosas podrían estar mejor no se declaran satisfechos. En este sentido, el descontento es un atributo de la conciencia crítica. "Sólo un cretino es feliz de tiempo completo", comenta Umberto Eco.

¿Significa esto que los países que se juzgan dichosos estén desinformados, o sean ingenuos o incluso irresponsables? No necesariamente. Cada caso merece análisis especial. ¿El clima y el paisaje volcánico juegan un papel en el pesimismo islandés? ¿La tiránica sociedad china hace que sus habitantes se declaren felices por decreto?

No siempre es fácil traducir encuestas al idioma en que dicen algo. A mi modo de ver, los sondeos nacionales no expresan una valoración real de la esperanza o la decepción; expresan la peculiar forma en que la gente se adapta a su país. Como explica Martín Caparrós en "Contra el Cambio", en Nigeria la alegría no es el resultado de una vida satisfecha sino la promesa de que la vida es posible. De manera equivalente, en Francia, cierta dosis de nihilismo no es un síntoma de suicidio sino el sofisticado requisito para la aceptación. En el fondo, ser alegre en Nigeria se parece bastante a ser triste en Francia. En ambos casos la adaptación viene de un problema: donde hay carencia, hay expectativa.

A todo esto, ¿qué pasa con la felicidad en México? ¿Todavía existe? La próxima semana analizaremos el asunto.

jueves, 6 de enero de 2011

Taquicardia

Y ahí estaba él, frente a la ventana, con la pistola empuñada en su mano izquierda, apuntando directo a su cabeza, con la soga al cuello ajustada a una viga en el techo, parado sobre la silla del desván, con un bote de raticida en la mano derecha y una aguja llena de aire en la bolsa de su camisa lista para inyectarse en sus venas.

Pretendía que su vida fuera diferente, emprendió un largo viaje por el océano mientras pensaba en todo lo que le había sucedido allá donde pronto diría “aquel lado del charco”, desde el día en que nació, por qué no, no llevaba prisa, quería crear una historia nueva.

Ya todo le tenía harto, era tan monótono que por años fue difícil escapar, su soledad le hacía daño pues no hay cosa más terrible que sentirla cuando se está rodeado de gente. Esa gente vil que solo lo buscaba por sus intereses personales, fieles a su condición humana, egoístas como solo ellos pueden, bastardos que no merecen tenerlo cerca.

Su vida era buena, preparó ese viaje con tiempo y calma, la brisa del mar acariciaba su rostro, estar solo le hacía falta así que dijo a su esposa y a su hijo que estaría fuera por un tiempo, que no fueran egoístas y lo comprendieran pues él les había dado todo de sí, qué necesitaba de ellos un pequeño sacrificio de 3 meses sin su presencia, no se acabaría el mundo en ese tiempo, la paciencia era la virtud que él más adoraba en las personas. Mientras respiraba la salinidad del ambiente tomaba su pluma y meditaba.

Cuanto hacía le salía mal, o eso pensaba, nadie le reconocía su esfuerzo, o eso pensaba, y así se confundía más, ¿le pasaba o lo pensaba? Por eso un día estaba feliz, al siguiente deprimido, a los dos más feliz, y luego molesto, enredado en sus pensamientos o en lo que le pasaba o en lo que pensaba que le pasaba o en lo que le pasaba porque así él lo pensaba.

Eligió el mejor barco que pudo pagar, sus ingresos eran altos pero no demasiado, contaba con una buena vida, una linda esposa, un único hijo, una casa propia en el centro de una ciudad pequeña y pintoresca, decorada a su gusto, no tenía auto pues prefería usar bicicleta, al fin y al cabo era más saludable y era necesario pensar en los demás. Siempre pensaba en los demás, casi nunca, muy pocas veces, se preocupaba por él mismo, como todo ser humano que debe vivir en sociedad para sobrevivir tiene el instinto de preservar a los suyos a fin de preservarse a sí mismo, no estamos hechos para ser individualistas, pensaba.

Sus esfuerzos fueron buenos pero él los creía insuficientes, se desviaba de sus objetivos por nimiedades, los amigos no pueden existir, se decía a sí mismo, la falsedad de las personas les impide crear lazos de afectividad, aun así pasaba largas horas con los que llamaba “las personas que quiero” y luego se reprochaba por el tiempo perdido, soñando cada madrugada en lo necesario que era abandonar toda emoción cursi de su mente y dedicarse a su futuro, nació solo, vivió solo, morirá solo, como debe ser.

¿Por qué no empezar a pensar por su bienestar y a exigir lo que su intelecto le debía otorgar como derechos? Algo de ego no está de más para las personas como él. Nunca pensaba en esas cosas pero la reflexión a solas le abrió profundos sentimientos que no tenía presentes en el día a día cotidiano, rodeado de la gente a la que ama, amigos, vecinos, hermanos, esposa, su querido hijo, por qué tener presente su propio bienestar cuando ellos lo eran todo, si ellos son felices yo lo soy, se repetía sin escucharse como un mantra fundido en sus venas, cada acción así lo demostraba y no necesitaba más, era feliz amaba y era amado.

Pero entonces llegaban ellos, su gente, los que lo apoyaban en todo momento, los que habían demostrado no estar a su lado por intereses personales, eran esos los buenos momentos, se sentía parte de algo, productivo no solo en asuntos materiales sino en emocionales, podía ayudar a otros, ¿por qué no? Dar algo de ti a los demás te hace mejor persona, te hace crear vínculos, esas relaciones que mantienes con todas las personas, que cada una es diferente y te aporta cosas nuevas cada día, los momentos de felicidad llegaban.

Ya había pasado mes y medio, la mitad del tiempo que planeaba estar lejos, la historia iba avanzando, iba mejorando, creía que algo le faltaba para lo cual usaría el tiempo restante, escribía todo el día, y por las noches salía a ver las estrellas, compañeras de su travesía que siempre le daban respuestas o que le hacían inventarse respuestas ¿cuándo una estrella muy lejana explota cuánto tiempo tardará para que eso afecte en algo a la Tierra? Todo está conectado, todo se relaciona y se afecta.

Poco a poco dejaba el miedo de lado, si dejar de pensar en el pasado y dejar de temerle al futuro fuera fácil habría sido feliz desde hace tiempo, pero en eso estaba, no había que seguir el duelo por toda su vida, él no era culpable de nada y así lo comenzaba a entender. Si el futuro le deparaba cosas buenas o malas o ambas o ninguna no debería importarle, estaba feliz en el momento y si la gente lo abandonaba como era costumbre que lo hicieran no se iba a matar por eso, amigos sobran en el mundo, se compraría un perro y ya.

Por qué todo le salía tan mal, ¿las personas que estaban cerca de él lo hacían de verdad por cariño, existía el cariño? Desde que tuvo memoria se dijo que ese tipo de preguntas eran tan ociosas como clasificar a los amigos o acumular billetes para poder llenar una alberca con ellos y nadar, así. Pero ahora lo pensaba, comenzaba a sentirse harto de esa vida con seres tan despreciables pero no había tenido la calma para darse cuenta, el meditar puede dejar confusas las ideas pero la sensación de claridad. El libro ya casi estaba terminado, sería un éxito, creó su nueva historia.

Entonces fue que la conoció, la vio, le sonrió, la invitó al cine, a cenar, charlaron largamente y se enamoró de ella, increíble que algo así exista, el amor, vendió todas sus pertenencias y se fue lejos, se despidió de todos sus amigos, no tenía familia, su madre murió en el parto, su padre abandonó a su madre después del coito, pero ahora se sentía feliz, como nunca lo pensó. Buscaron juntos una linda casa en una ciudad nueva, una vida nueva, una novela apasionada tras todo lo tormentoso que había sido su vida. Ahora sí, empezaría una nueva historia y… Fin.

Logró que su vida fuera diferente, la vida de ese personaje por el que sacrificó todo, guardó su pluma y decidió regresar, se habían cumplido los 3 meses. Llegó a casa, no saludó a toda la familia, amigos, vecinos, que estaban reunidos para darle la bienvenida, subió las escaleras. Su esposa supuso que se sentía agotado por el viaje y había ido a darse una ducha, tras una hora decidió subir a verlo, los invitados sonrientes charlaban entre ellos sobre los excelentes libros de su amigo, el dueño de aquella casa, un gran escritor, un verdadero creador de historias.
Ella subió al ático y ahí lo encontró. Frente a la ventana, con una pistola empuñada en su mano izquierda, apuntando directo a su cabeza, con una soga alrededor del cuello ajustada a una viga en el techo, parado sobre una silla del desván, con un bote de raticida en la mano derecha y una aguja llena de aire en la bolsa de su camisa lista para inyectarse en sus venas. Un grito escapó.

- ¡Querido, pero qué haces!
- Terminando esta historia como debe terminar.

El sonido del revólver sonó hasta el comedor.

martes, 4 de enero de 2011

El fraude de Aurea*


Aurea es la única capaz de mantener fija la atención de esos 15 niños que tienen un monstruo en la mano, o por lo menos eso les han dicho que es un calcetín adornado con dos botones que hacen las veces de ojos y un poco estambre en la punta como si fuera peluca; ahora entendemos que los niños se han embadurnado un monstruo en el brazo.

Aurea les dice que el monstruo debe brincar y ellos, los niños que no paran de picarle los ojos a su monstruo, brincan. El monstruo debe rugir y ellos imitan al rey de la selva, el monstruo debe temblar y ellos tiritan. Cada grito de Aurea es acción instantánea, y eso impresiona a cualquiera, menos aquí, en este corral.

Afuera del taller “Los monstruos come cuentos” de FIL niños hay espacio para que las madres platiquen de todo menos de libros. Y también está ella, Rosa, una niña sentada en el regazo de su madre pues no es demasiado chica como para estar brincando dentro de ese corral ni tan grande como para andar correteando autores en los salones de la FIL, cual loca despavorida.

La historia termina cuando Belinda, una de las niñas dentro del de esa alfombra, ha dejado de brincar y de rugir y de temblar, no pone atención y se ha quitado el monstruo de la mano; lo peor: sus pequeños ojos celestes se le están llenando de lágrimas y Aurea se distrae y aquello se ha vuelto un manicomio y ya nadie recuerda que esto era un corral de monstruos. ¿El motivo? Belinda necesita ir al baño y por más que se asoma no encuentra a su mamá.

*Una minicrónica que no alcanzó a salir por cuestiones de espacio en un diario de la ciudad.

sábado, 1 de enero de 2011

Mi madre es culpable.

La doctora Moreno mató a su hijo, no hay más qué decir pero sin embargo se dice, la discusión se desata y sobre ella recaen los prejuicios moralistas, el catolicismo dogmático y el circo mediático que caracteriza a México desde hace más de 5 décadas.

Me encuentro de visita en casa de mi abuela, no es muy frecuente que me encuentre ahí pero son épocas navideñas y es necesario colgarse de ello para visitar a los seres queridos que han sido abandonados por las ocupaciones de la vida. La abuela me recibe gustosa, me da dulces y chocolates cual si fuera aun un niño, pero los años han pasado ya por su cuerpo y la han debilitado hasta el extremo, entonces comienza su rutina, se sienta en su sillón favorito y enciende el televisor con cable para ver sus películas, esas del cine mexicano de los años cincuenta que a todas las personas de su edad gustan.

Sabía que esto pasaría pero por mí no hay problema alguno. Crecí en una familia amante del cine y la música de mitad de siglo por lo que desde pequeño estuve expuesto a ese tipo de productos culturales y los disfruto, María Félix y las películas de Luis Buñuel son de sus favoritas. Me pongo cómodo, doy un beso a la abuela, me acerca un tazón de frituras y comienza la función del día.

Mi madre es culpable, reza el título, protagonizada por Marga López y dirigida por Julián Soler. La trama es sencilla pero imagino que debió ser polémica en su tiempo, resulta que en un programa de televisión estilo talk show (primero me sorprendí de que en esas épocas hubiera algo así) se presenta una especie de jurado “tradicional mexicano”, que es como lo anuncia el presentador, y se narra la historia de Consuelo Moreno, una mujer que estudiando medicina se enamora de su profesor el doctor Javier Manterola quien a su vez se enamora de ella.

El doctor le propone matrimonio pese a que él es un “ferviente católico” y ella es “no creyente”, cosa que se recalca a lo largo de toda la; la doctora Consuelo acepta un matrimonio por la iglesia y que su esposo eduque a los hijos que vayan a tener en la fe católica pues afirma “yo no podría jamás imponer una creencia”.


En fin, en el momento clímax del filme el hijo, el único que podrán tener pues la doctora sufrió un problema de parto, es diagnosticado con cáncer en la mandíbula, algo incurable. La doctora vive el sufrimiento de su hijo al inyectarle las medicinas que apaciguan el dolor y cada día se vuelven más inservibles hasta llegar al punto en que ya no calman el dolor. La doctora Moreno en su desesperación dentro del cuarto con su hijo gritando inyecta a su hijo con más de la dosis del día para que este ya no sufra más, el niño muere por la sobredosis librándose del dolor que le causaba el tumor en el maxilar.

Tras decírselo a su esposo y ver que este no la comprende ni apoya va y se entrega a la justicia por el crimen que cometió y es cuando se vuelve al inicio, el programa televisivo en que un grupo “representativo” de la sociedad mexicana debatirá y sentenciará a la mujer. Un periodista, una maestra, un rabino, un sacerdote católico, un jesuita, un abogado, un filósofo y un médico exponen sus razones de juicio en contra o a favor de la doctora Moreno.

Es ahí cuando se me sale la pregunta incómoda hacia mi abuela, una que quizá no debí hacer pero se me quemaba en la garganta ¿por qué los católicos se molestan ante un caso así si ustedes creen que existe la vida después de la muerte? Al fin y al cabo el mundo para los católicos es un “valle de lágrimas” al cual se viene a sufrir y la verdadera vida está en el cielo con su dios. Mi abuela solo contestó un seco “no lo sé” pero argumentó a favor de la doctora Moreno pues ella sabe lo que es ver el dolor de un hijo y perder a 4 de ellos.

En la película al final el juez termina sentenciando que la doctora Moreno es inocente pero tras la intervención de su esposo que tiene una “responsabilidad eterna” pues contrajo matrimonio sagrado con ella. Me saltaron a la mente una infinidad de preguntas, el hecho del circo presentado en televisión al más puro estilo Televisa que me muestra los inicios de los degradante medios de comunicación que tenemos ahora me lo pasé de largo y me enfoqué en otros asuntos.

Y creo que sí es ambiguo y nunca lo había notado, cuando los católicos dogmáticos se aferran a combatir los avances para aprobar la eutanasia en países democráticos me parece una contradicción a sus creencias o, lo que creo es más viable, inconcientemente saben que su dios no existe y que no hay una “mejor vida” después de la muerte. Si fuera así no habría motivo para que permitieran que una persona, un prójimo como ellos, que desea su muerte para evitar el sufrimiento lo lograra y tuviera asistencia médica para ello pues deberían estar seguros de que algo mejor le espera a esa persona en “el reino de los cielos”.

Es como cuando una persona dice haber hablado con dios y la gente a su alrededor lo tildan de loco, como lo hizo mi hermana con cierto novio que tenía, ahora él está en un hospital psiquiátrico y dios nunca le habló, ¿por qué lo tildaron de loco mi hermana y mi madre, fervientes católicas? Creo que en el fondo, muy en el fondo, saben que dios es una representación y que existe en tanto abstracción pero que él no es un ser físico que creó el cielo y la tierra en 7 días y que los espera en el cielo y los cuida desde ahí, aunque le recen y vayan a misa los domingos y viernes primeros del mes, aunque le pidan cosas imposibles saben inconcientemente que no los escucha pues solo es una creación de ellas. Como lo son Jehová, Alá, Thor, Atenea o Kukul Khan, representaciones y creaciones de la mente humana necesitada de cierta espiritualidad y de explicaciones a sucesos que no puede comprender.

Ese pensamiento atiborrado de dudas e hipótesis que duró 2 minutos se esfumó cuando mi abuela sirvió la mesa y nos sentamos a comer, al final ella bendice los alimentos, yo le pongo atención y me persigno como cuando me enseñaron de niño, aunque ella sepa que lo hago por respeto a ella y nada más, y así es, respeto las creencias de todos y así pido que ellos respeten mis acciones, solo fueron dudas espontáneas que me surgieron y que me gustaría que me pudieran responder quienes están tan seguros de la existencia de un dios.