domingo, 22 de mayo de 2011

La crisis de Ocho Columnas

Partidero

Felipe Cobián R.

Fallecido el 3 de julio de 2010 don Antonio Leaño Álvarez del Castillo –dueño de una gran fortuna y patriarca de la agrupación Tecos y de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), la institución particular de enseñanza superior más antigua del país–, dos de sus herederos varones, los hermanos Antonio y Gonzalo Leaño Reyes, han empezado los desajustes. El sábado 14 y el domingo 15, diarios locales, incluido Ocho Columnas, propiedad de la UAG, publicaron sendos desplegados en los que se anuncia una “reestructura administrativa” del periódico; se le dan las gracias a su director, el licenciado Gonzalo Leaño Reyes, quien “ha manifestado su deseo de retirarse para dedicarse de tiempo completo a su cargo como presidente de la Asociación Mexicana de Editores (AME)”. El documento lo firma la propia universidad. En él no aparece el nombre del hermano mayor, Antonio, quien es el rector. Ante esto, el aludido Gonzalo respondió en una “entrevista” publicada el lunes 16 en su periódico: “No me voy, no renuncio”. Y agregó que el corazón del director general y presidente del consejo de administración “está en sacar adelante el diario Ocho Columnas, que a lo largo de 33 años se ha convertido en líder en la región Occidente del país”, por lo que esos años “no se echarán a la borda en un dos por tres y sin razón válida”. Además, asegura que “su salud física y espiritual están en cien por ciento”. El miércoles 18, asegundó el propio Gonzalo con un editorial en primera plana en el que agradece “a nuestra gente el apoyo” y pide a Dios que “les dé la gracia e ilumine a los que quieren acabar injustamente a nuestro diario”. En ningún momento menciona a su consanguíneo Antonio. En esa misma edición, por separado, dos senadores, el panista Alberto Cárdenas y el priista Ramiro Hernández, felicitan con desplegados al diario por sus 33 años de vida. Otro tanto hace, a plana entera y a todo color, el director de los Hospitales Civiles de Guadalajara, Jaime Agustín González Álvarez.

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¿Qué es lo que está pasando realmente hacia el interior de la Autónoma que recién cumplió los 76 años de existencia? El punto de conflicto es, sin duda, Ocho Columnas que, además de no interesarle mucho al rector, aunque le ha servido de escudo a la institución, le representa una erogación enorme de recursos, porque tiene una nómina tres veces mayor de la necesaria. Y ya hubo otras llamadas de atención para Gonzalo, como el corte de electricidad al periódico. Eso por una parte. Por la otra, podría estar en juego la enorme fortuna dejada por don Antonio, quien a la sombra de la UAG hizo grandes negocios, y entre sus haberes están u operan de alguna forma, entre otros negocios, desarrollos agrícolas, inmobiliarios, hoteles y centros comerciales en Tecomán, Colima, Isla Navidad, Chapala, Puerto Vallarta y Guadalajara. Así se cuentan, por ejemplo, hotel Real Chapala, Plaza Andares y grandes edificios de departamentos y de tiempo compartido. Los hermanos Leaño Reyes, que son alrededor de una decena, habrán de esperar el arbitraje de la madre viuda, doña Paz Reyes, de quien, dicen los que la conocen, tiene los arrestos suficientes para meter orden.

domingo, 15 de mayo de 2011

La evolución de la vida desde el espacio exterior

Las dos conclusiones principales de este capítulo son:
  1. La ausencia en los registros fósiles de formas intermedias requeridas por la teoría evolucionista conocida muestra que, si las formas terrestres de vida han evolucionado a partir de un tronco común, las ramificaciones de más fuste del árbol evolutivo deben de haber ocurrido con gran rapidez.
  2. Las ramificaciones mayores, si ocurrieron, estuvieron acompañadas por cambios genéticos nada pequeños.
Estas conclusiones dan la puntilla al darwinismo, el cual no puede aceptar que se produzcan rápidamente cambios genéticos, según vimos en el capítulo I. La situación es que para retener el esquema evolutivo  apoyado por biólogos, que ha sido ilustrado en los diagramas de este capítulo, será preciso encontrar otros medios para conducir la evolución que no sean la imagen usual del darwinismo. [...]

La segunda posibilidad evoca curiosamente la teoría de la creación especial que William Paley defendió en la segunda mitad del siglo XVIII. Después de hacer ver que planteas y animales están notablemente adaptados a los medios en que viven, Paley comparó la precisión del mundo vivo con un reloj bellamente construido. En seguida arguyó que, así como el reloj debe su origen a un relojero, así también el mundo de la Naturaleza ha de deber su origen a un Creador, Dios. Su obra, a View of the Evidence of Christianity, tuvo gran influencia. Inicialmente fue una serie de conferencias dadas en la Universidad de Cambridge, pero posteriormente el libro se volvió lectura obligatoria en esa universidad. En efecto, hasta principios del siglo XX todos los graduados de la universidad debían aprobar un examen al que popularmente se bautizó con el nombre de "Paley's Evidences".
En 2835 y 1837, Edward Blyth publicó dos trabajos en los que considera los efectos de la seleción natural. Sistuvo que en cuanto alguna especie se adapta a su medio, la selección natural impedirá que se desadapte. También argumentó en forma muy similar a lo dicho por Darwin, que citamos en el capítulo IV: "En general, en todas las especies debe haber un número de individuos muertos por halcones..." Bliyth percibió este razonamiento con toda claridad desde mucho antes de que Darwin lo escribiera en su cuaderno de notas, pero a su juicio sólo serviría para mejorar la adaptación de una planta o animal ya adaptados. Lograr la adaptación inicial seguía siendo un problema, y por esa razón Blyth consideró que era necesario adoptar una posición muy similar a la de Paley. Todavía hasta nuestros días sigue estando en pie el problema de hacerse de las 2 000 enzimas necesarias, según vimos en el capítulo II.
Lo que hicieron tanto Darwin como Alfred Russel Wallace, casi un cuarto de siglo después de Blyth, fue afirmar que la selección natural debía provocar adaptación, tesis que Blyth consideró y rechazó. La afirmación no fue probada, a pesar de que el mundo científico había llegado a pensar que en El origen de las especies (1859) había sido probada sin lugar a dudas. Lo que se da en la obra de Darwin son muchísimos cambios de adaptación de especies ya adaptadas respecto a lo cual nunca ha habido duda real sobre todo después de los trabajos de Blyth de 1835 y 1837. No se aborda la cuestión clave, que es explicar los orígenes a partir de la nada.
Las especulaciones contenidas en El origen de las especies resultaron estar equivocadas, según hemos visto en este capítulo. Es irónico que los hechos científicos dejen fuera a Darwin, y que dejen a William Paley, una figura que fue motivo de burla por más de un siglo, dentro del torneo pcon la probabilidad de ser el ganador final. En los capítulos restantes veremos cómo va el razonamiento.
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Fragmento final del capítulo VI: Hay numerosas filtraciones en los registros de la evolución, del libro La evolución de la vida desde el espacio exterior (1981), de Fred Hoyle y N. C. Wickramasinghe, donde los autores -con información científica de la segunda mitad del siglo XX- contribuyen a teoría de la panspermia del premio Nobel de Química de 1903, el sueco Svante Arrenius. En resumen, que la vida procede del espacio.

miércoles, 11 de mayo de 2011

La apuesta de Alfred Schütz por la Fenomenología

Quizás algunas observaciones finales puedan sugerir muy brevemente en qué reside la importancia de la fenomenología para las ciencias sociales. Es necesario decir con claridad que la relación de la fenomenología con las ciencias sociales no puede ser demostrada analizando, con métodos fenomenológicos, problemas concretos de sociología o economía, como los del ajuste social o la teoría del comercio internacional. Estoy convencido, sin embargo, de que futuros estudios de los métodos de las ciencias sociales y sus nociones fundamentales conducirán necesariamente a problemas pertenecientes al dominio de la investigación fenomenológica.

Para dar solo un ejemplo, todas las ciencias sociales presuponen la intersubjetividad del pensamiento y la acción. Que existen nuestros semejantes, que los hombres actúan sobre los hombres, que es posible la comunicación por medio de símbolos y signos, que los grupos y las instituciones sociales, los sistemas legales y económicos, etcétera, son elementos integrantes de nuestro mundo vital, que este mundo vital tiene su propia historia y su relación especial con el tiempo y el espacio, son todas nociones que explícita o implícitamente constituyen elementos fundamentales para la labor de todos los especialistas en ciencias sociales. Estos han elaborado ciertos recursos metodológicos -esquemas de referencia, tipologías, métodos estadísticos, etcétera- con fin de abordar los fenómenos indicados por estos términos. Pero los fenómenos mismos se presuponen simplemente. El hombre es concebido sencillamente como un ser social, existen el lenguaje y otros sistemas de comunicación, la vida consciente del Otro es accesible para mí; en resumen, puedo comprender al Otro y sus actos, y él puede comprenderme a mí y lo que hago. Y lo mismo es válido para los objetos sociales y culturales creados por los hombres, que son presupuestos y tienen su sentido específico y su modo específico de existencia.

Pero, ¿cómo es posible la mutua comprensión y comunicación? ¿Cómo es posible que el hombre lleve a cabo, con un propósito o de manera turinaria, actos provistos de sentido, que se guíe por fines que desea alcanzar y esté motivado por ciertas experiencias? Los conceptos de sentido, motivos, fines, actos, ¿no se refieren acaso a una cierta estructura de la conciencia, a cierto ordenamiento de todas las experiencias en el tiempo interior, a cierto tipo de sedimentación? Y la interpretación del sentido del Otro y del sentido de sus actos, así como los resultados de esos actos, ¿no presuponen una autointerpretación del observador o el copartícipe? ¿Cómo puedo yo, en mi actitud como hombre entre otros hombres o como científico social, acceder a todo esto si no es recurriendo a un acervo de experiencias preinterpretadas y construidas por sedimentación dentro de mi propia vida consciente? ¿Y cómo pueden ser garantizados los métodos para interpretar la interrelación social, si no se basan en una cuidadosa descripción de los supuestos subyacentes y sus implicaciones?

Estas cuestiones no pueden ser dilucidadas mediante los métodos de las ciencias sociales; exigen un análisis filosófico. Y la fenomenología -lo que Husserl llamaba filosófía fenomenológica y también la psicología fenomenológica- no solo ha permitido una nueva aproximación a dicho análisis, sino que además ha iniciado el análisis mismo.

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* Extracto final del ensayo Conceptos fundamentales de la fenomenología, de Alfred Schütz, disponible en el libro El problema de la realidad social, que pueden localizar en la biblioteca del CUCSH o la del Chino.