El pasado miércoles primero de diciembre, día en que cumplió 4 años Felipe Calderón en la Presidencia, Televisa sacó una nota donde el narcotraficante Sergio Villarreal Barragán, "El Grande", dice haber entregado 50 mil dólares al reportero Ricardo Ravelo, de la revista Proceso, a cambio de que dejara de hablar sobre él en sus reportajes.
Luego del Noticiero de Joaquín López Dóriga, los comentaristas de Tercer Grado despotricaron, como saben hacerlo, contra la revista. Incluso lo hizo Carlos Marín, quien fue fundador de la publicación y la abandonó en 1999 luego de que Julio Scherer decidiera dejar la dirección y ponerla en manos de Rafael Rodríguez Castañeda y no en las suyas.
La revista asegura que la información es falsa y todo es un golpeteo, un montaje de Televisa y el gobierno de Felipe Calderón.
Un dato que corrobora esta postura es que "El Grande" declaró ante la PGR, como la misma nota lo dice, el 4 de noviembre, pero la portada a la que hace alusión, donde su fotografía aparece, corresponde a la edición del 21 de noviembre.
¿Por qué habría de hacer este ataque el Gobierno y Televisa? La revista Proceso es una insistente crítica de la gestión de Calderón, como lo ha hecho con las figuras del poder desde su fundación en 1976. De igual forma, continuamente se denuncian las irregularidades en las que está inmersa Televisa, principalemente a través de Jenaro Villamil. Pero la gota que derramó el vaso fuero dos reportajes, al parecer. El de la portada que aparece arriba, titulado El Grande, testigo estelar, donde el delincuente asegura haber conocido al Presidente en 2006 en una fiesta, y cuando lo saludó le dijo: “Cualquier cosa que se le ofrezca, quedo a sus órdenes”, a lo que Calderón contestó: “Igualmente”.
La otra nota comprometedora es el adelanto del libro Los señores del narco, de la periodista de Reporte Índigo Anabel Harnández, donde hace referencia a las negociaciones que habría establecido el gobierno de Felipe Calderón con narcotraficantes como el Chapo Guzmán, a través de un ex general del ejercito (cuyo nombre omite pero que desde hace tiempo se sabe por investigaciones de la autora y otros periodistas que es Mario Alberto Acosta Chaparro) por órdenes del fallecido Secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño.
Y en cuanto al monopolio de Emilio Azcáraga, como dice el comunicado de Proceso: "No es la primera vez que Televisa orquesta campañas contra empresas, personajes políticos e inclusive otros medios de comunicación que afectan sus intereses. Tampoco es la primera vez que Televisa se presta como instrumento del gobierno federal para golpear a medios de información críticos". Sólo cabe recordar el ataque a Reforma y el último audioescándalo, por mencionar los más recientes que documentó la revista.
El narcotraficante dice en el video: "si usted ve los archivos de Proceso va a ver que de perdida cada 15 días salía gracias a Ravelo". Seguí su recomendación. De acuerdo a la hemeroteca, Ricardo Ravelo mencionó por primera vez su nombre el 9 de septiembre del 2007 (edición 1610). Cuatro revistas después, el 7 de noviembre, lo menciona nuevamente y es en este reportaje donde el reportero menciona por primera vez la fiesta donde habrían presentado al narcotraficante con Felipe Calderón. Para el año 2008 fue mencionado sólo en dos reportajes (en la edición 1633 y 1674) y para el 2009 aparece su nombre en ocho reportajes (1 2 3 4 5 6 7 8); el incremento se debe sobretodo a los vínculos que se descubrieron tenía con Mariano Herrán Salvatti, ex "zar" antidrogas con Ernesto Zedillo, y a la muerte de su jefe, Arturo Beltrán Leyva, cuya imagen donde aparece muerto y con los pantalones abajo resultó un escándalo que llegó hasta la prensa internacional. En el presente año, sólo aparece dos veces y son las dos ediciones más recientes, la del 21 de noviembre, donde el reportero habla de la declaración del narcotraficante después de haber sido detenido, en la que reconoce haber conocido a Calderón (en la nota de Televisa lo niega), y la del 28 de noviembre, donde se mencionan los errores del programa de testigos protegidos de la PGR, del que forma parte el narcotraficante Sergio Villarreal con el nombre clave Mateo, de acuerdo al reportero.
Si las declaraciones del delincuente fueran ciertas (y asumiendo que tiene capacidad adivinatoria y por ello sabía que 17 días después de declarar habría de aparecer en portada), Ricardo Ravelo omitió la información de su persona del 27 de diciembre de de 2009 al 21 de noviembre del 2010 a cambio de la suma de 50 millones de dólares. Cabe mencionar que en ese periodo de tiempo, aparecen dos reportajes más sobre el capo realizados por Ricardo Ravelo, pero que no fueron incluidos en la revista impresa, sino sólo en la página de internet de Proceso. Además, sobre "El Grande" no sólo escribió Ricardo Ravelo, sino muchos de sus compañeros; solamente durante el periodo de supuesto silencio, escribieron al respecto ocho distintos reportajes los periodistas Ezequiel Flores Contreras, Jesusa Cervantes, Esteban David Rodríguez, Gloria Leticia Díaz y Arturo Rodríguez, éste último demandado por el senador panista Guillermo Anaya, por uno de los reportajes donde se señala que fue en el bautismo de su hijo donde Felipe Calderón conoció al narcotraficante.
El domingo 5, a la una de la tarde, presentarán Rafael Rodríguez Castañeda y Jorge Carrasco Araizaga el libro Los Generales. La militarización del país en el sexenio de Felipe Calderón, en el marco de la FIL, en la sala B del área internacional. Es una buena oportunidad de escuchar los planteamientos de Proceso ante este último ataque en su contra.
1 comentario:
Los lectores, nuestra fuerza
En estos días, como desde hace 34 años, Proceso ejerce su vocación y compromiso: el periodismo político. No es lo nuestro ni la criminología ni la criminalística. Menos aún, la aplicación de la justicia.
Por convicción, por desmesura o por desatino, desde el primer día de su gobierno Felipe Calderón hizo pasar al narcotráfico del terreno penal al político. En pos de legitimación, le declaró la guerra a los cárteles y, sin consenso, la convirtió en política de Estado. En automático, el narcotráfico y la guerra de Calderón se volvieron tema natural y recurrente de Proceso.
Este semanario ha cubierto la guerra de Calderón sin reticencias, incluso con riesgo de la integridad física de sus reporteros, enviados, corresponsales y fotógrafos. Y lo ha hecho utilizando las herramientas propias del periodismo de investigación del mundo de hoy. En ese seguimiento, las investigaciones de Proceso han dado cuenta de las fallas, errores, abusos y fracasos de la estrategia contra el narcotráfico, contrariando el discurso presidencial. Aún más: los reportajes de la revista han tocado el presunto tabú de la relación entre los capos del narcotráfico y la política y han llegado hasta el máximo nivel, la casa presidencial. Calderón lo ha intentado, pero no ha podido hacer prevalecer la mentira sobre la verdad.
El poder público requiere consustancialmente de lo que los politólogos llaman medios disponibles. Ambos, poder y medios adláteres, tienen sus propios intereses pero comparten por lo menos uno: la conservación de sus privilegios. Televisa es un medio disponible para el actual gobierno. No es el único; sí es el más poderoso y servicial.
En cambio, un medio de comunicación independiente acaba convirtiéndose, para un gobierno autoritario, en un enemigo más imaginado que real. Así lo es Proceso para el gobierno que encabeza Calderón. Por ello emprendió un embate desproporcionado contra nuestro semanario a través de su medio disponible preferido y de su conductor estrella, Joaquín López Dóriga. Aún ignoramos si es venganza, revancha o amenazadora advertencia. Olvidan quienes participan en la agresión, gratuitamente o no, que los lectores de los medios impresos independientes no son factores pasivos, sino activos, que con su juicio ponen en evidencia la calidad o la falta de calidad de sus contenidos. Este es uno de los principios que rigen la comunicación en las sociedades modernas. La fuerza imbatible de Proceso está precisamente en ellos, los lectores.
Hoy es Calderón. Mañana, quizás, Enrique Peña Nieto. Los medios a la disposición del poder público, Televisa por delante, siempre estarán puestos para decir: a sus órdenes, señor.
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