Por Mural
Rebeca Herrejón
(07-Nov-2010).-
Un promedio de 50 tweets diarios y 16 horas conectado -ya sea en su teléfono inteligente o en la computadora de su trabajo-, Luis Guzmán se ha vuelto adicto a la tecnología y a la necesidad de recibir información todo el tiempo, todos los días.
"La sensación esa de ser partícipe y de tener la información de primera mano es algo que a mí me hace caer en esa desesperación", explicó Luis, de 30 años de edad y de profesión abogado.
Hasta hace tres años, antes de tener una Blackberry, un teléfono móvil inteligente, le bastaba sólo revisar su correo una vez al día, dejaba de angustiarse por el trabajo al momento de salir de la oficina y no sentía curiosidad por conocer qué decían o hacían sus amigos.
"Yo me considero que no tengo vicios así muy grandes. No tomo, no fumo, no veo televisión, pero yo siento que el estar conectado o ver lo que otras personas ponen o yo poner información, el hecho de no poder hacerlo en el momento, sí me crea una situación de desesperación", indicó.
Ha intentado dejarlo. Los domingos cuando menos, pero es difícil. A veces, la comunicación con su pareja, quien tiene un teléfono similar, es mediante el aparato.
En Europa, la sensación de necesidad y estrés por estar conectado tiene un nombre: desorden de adicción al Internet. En México, un País con 30 millones 600 mil navegantes de la Web no hay diagnóstico ni tratamiento.
El día de Luis empieza con los mensajes de 140 caracteres que postean los portales de información y periodistas que sigue en la red social Twitter, para ponerse al tanto de las noticias.
Después, las actualizaciones de sus amigos en Facebook o las que él mismo genera, los correos en la oficina y, de ahí a las 00:00 horas, cuando vuelve a conciliar el sueño, vive el día con su teléfono o su monitor.
"Sí te crea una dependencia que sí viene acompañada de un estrés", afirma.
La adicción puede diagnosticarse si una persona comienza a descuidar su proyecto de vida por estar enlazado, no sólo con las redes sociales, sino con videojuegos, el teléfono móvil u otras tecnologías, afirmó José de Jesús Gutiérrez Rodríguez, jefe de las clínicas de Salud Mental de la UdeG.
"Es una dependencia sicológica, es una dependencia emocional, en donde si tú le retiras la posibilidad de estar accediendo a estas tecnologías con todo lo que implica, la persona por supuesto que va a sentirse frustrada y puede ser hasta agresiva", dijo.
Desesperación, aumento del estrés, sentimiento de culpa al evaluar el tiempo que se invierte en la web y pérdida de horas de sueño, son algunos focos rojos.
"Hay que diferenciar el que una persona necesite, para cuestiones laborales, estar comunicándose permanentemente, ahí no vamos a encontrar un elemento problemático ni sicopatológico", acotó Julio Horacio Villegas Olguín, del Instituto Jalisciense de Salud Mental.
El grupo más afectado, coincidieron expertos, suelen ser los adolescentes, pero puede sucederle a un adulto cuya vida social cara a cara sea bastante prolífera.
Sustituyen éxitos
El mayor problema de las redes sociales, agregó Villegas Olguín, es que la estancia en éstas puede sustituir la sensación de éxito y logros que podrían tenerse en relaciones cara a cara.
Para combatir esta adicción, añadió Gutiérrez Rodríguez, es necesario hacer patente que existe el problema sobre el tiempo que se invierte en el aparato, además de echar un vistazo a su lista de metas por cumplir.
Después, acudir con un profesional.
Aunado a esto, quien siente que posee problemas con las redes sociales debe fortificar los vínculos con la familia y los amigos, pero de carne y hueso.
Diagnóstico sencillo
Si usted responde afirmativamente a cinco de estas preguntas, podría tener una adicción a Internet y es conveniente buscar ayuda, de acuerdo con el Centro para la Adicción a Internet "Netadicction", un centro creado en la Unión Americana.
Pregunta Sí No
¿Se siente preocupado por su actividad en línea, pensando en su última conexión o la que tendrá más tarde?
¿Siente la necesidad de utilizar internet con periodos más extensos para tener alguna satisfacción?
¿Ha hecho esfuerzos, sin lograrlo, para controlar, recortar o detener el uso de Internet?
¿Se siente cansado, enfadado, deprimido o irritable cuando intenta recortar su uso de Internet?
¿Ha permanecido en la red por más tiempo del que inicialmente programó?
¿Ha puesto en juego alguna relación significativa, trabajo, educación o una oportunidad de carrera por el Internet?
¿Ha mentido a sus familiares o amigos para conciliar su extendido uso de la red?
¿Utiliza el Internet como un escape a problemas o solucionar sentimientos de ansiedad, depresión u otras?
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