domingo, 12 de julio de 2009

Hacia mañana será agosto...

Hoy... desperté más temprano de lo acostumbrado, tuve una pesadilla terrible y me ha paralizado, me ha espantado el deseo de seguir durmiendo, el deseo de descanso después de un día ¿agotado?, ser joven es agotador.

En ella estabas, con tu carita siempre tan blanca y tus atavíos… parecías una princesa, como siempre, la Diosa que encontré en un mar ajeno de mis posibles haberes, quién lo hubiera dicho.

De repente comenzaste a insultarme; a gritar incoherencias a decir cosas que jamás creí escuchar (sea como haya sido en sueños o en realidad), fue extraño, el primer sueño dormido en que estabas tú y de esa manera. Me llené de miedo pero no desperté, continué hasta el fin, como debe ser…

La pesadilla siguió, gritabas de una manera casi demoniaca que en momentos llegaba a sentir placer de verte así, pero tus palabras, tus palabras eran de resentimiento, hacia mí, odio que de seguro jamás estuvo en tu mente sino en la mía. Mi paranoia, mis miedos y mi autoestima que solamente se sostiene (aún) en ti, crearon diálogos ficticios (tan ficticios como un sueño) en los que me denigraba a mi mismo por el hecho de… Sabes, cuando desperté de ese martirio no pude ni llorar, solo pude respirar profundo, marcar el número de tu casa y… lo demás, el café de la mañana, el desayuno y el diario local, tomar mi bicicleta, el aeropuerto.

Te escribo, en un avión que marcha (vuela) hacia el sureste, lejos, recordando viejos tiempos:

La fiesta, hola, cómo te llamas, 13 años ¿y tú?, ¡a mí también me gustan!, increíble… La cita, que gusto de verte, a dónde quieres ir, ¿y cuánto tiempo lleva allá?, ¡auch!... El viaje, claro con gusto, amo ir para allá, ¿en serio?, cómo le fue en la operación, ¡Chapultepec!... La vida.


Ahora, frente a un malecón abandonado miro el sol caer sobre el océano, ahogándose en las aguas, perdiendo su fuego, cesando su brillo, muriendo lentamente como la bola de fuego que entra al agua y se apaga por leyes físicas causales; pero en realidad no sucede eso, solo es una visión, sabes, él solo desaparece por un instante de tiempo mientras va hacia otros lugares, a iluminar distintos horizontes para hacer despertar a otra gente mientras no le vemos. Mientras dormimos y soñamos, él siempre sigue allí aunque el mar lo haya apagado por hoy.

Y veo, llega el auto, vamos hacia el lugar, el primer llanto después de la pesadilla de la madrugada (increíble que aún sea hoy) cuando salió la noticia de labios de tu madre y sentí helado mi cuerpo, mi mente, mi espíritu; solo estando aquí podía llorar, llegando donde reposa el cuerpo, aún te ves hermosa, y yo, yo estoy tan solo, en la pesadilla, una pesadilla de la que despertaré algún día, pero que de igual manera no estarás tú, jamás, para ...

-Amor, calma, solo fue una pesadilla

1 comentario:

cecilia dijo...

siempre alguiien tiene que morir

endiosado asesino.