sábado, 10 de enero de 2009

Hoy no leo

A un lado de mi trabajo hay un parque.

Siempre que llego temprano, me acuesto en el pasto verde, junto a un hormiguero, y me pongo a leer. Deboro el libro mientras las hormigas pasan a mi lado con su interminable carga de hojitas, palitos y chinches.

Hoy llegué antes de mi hora de entrada.

Un ácido olor me ataca; en mis ojos sólo hay cadáveres. A lo largo del caminito que surcaba el jardín yacen todas las hormiguitas, muertas.

*

El sol me pega en la cara. Se escucha el pasar de los autos, el grito de los pájaros, el agua de la fuente.

Veo salir una hormiga del agujero. Debilmente rodea el cuerpo de una de sus compañeras y toma una minúscula florecilla blanca. La levanta trabajosamente, sus patas se tambalean -quizás es aquella que pasaba con un pedazo de hoja a cuestas, finamente recortada y de tamaño tres veces más grande que ella... o tal vez es la que cargaba una jacaranda marchita, o la que llevaba un escarabajo-. Lentamente entra al hormiguero y desaparece en la oscuridad.

La sombra de los árboles me pega en la cara. Se escucha el pasar de los autos, el grito de los pájaros, el agua de la fuente.

Hoy no quiero Leer.

No hay comentarios: