El Rancho en Llamas
Alejandro Velazco
José Carlos Rodríguez
Érase una vez, en el viejo oeste mexicano, un pueblito pintoresco llamado Guadalajara. El sheriff del pueblo, mejor conocido como el apestoso Pit, tenía problemas para mantener el orden y la paz...
- ¡Demonios! ¿Y ahora qué haré con este lugar? - se preguntaba el apesto Pit en su comisaría- Johny, ven pa'ca.
Entonces llegó el ayudante de sheriff, un muchachillo bigotón, heredero de una de las familias más pudientes del pueblo.
- A la orden, jefecito.
- Qué vamos a hacer con este pueblo, la gente quiere soluciones para el suministro de agua, que las calles tengan bebederos para sus caballos, que se eviten los accidentes con las carretas, empleo y que se termine con la banda de foragidos quiere apoderarse de nuestro oro -dijo desesperadamente el apestoso Pit.
- ¡Todo menos el oro!
- Sí, el oro jamás permitiremos que se lo lleven. Por eso me compré una silla de montar de oro, se llama inversión, tienes mucho que aprender mi buen Johny.
- ¿Pero qué vamos a hacer para resolver los problemas?
- No me hagas preguntas tontas, te pregunté qué hacemos con la gente, no con los problemas.
- Las rosas son rojas, ¿las violetas azules?
- ¡Eres un inútil! Ya, vete, fuera de mi vista, jamás llegarás a ser un sheriff.
Así transcurrían los días en el pueblo de Guadalajara y los problemas seguían aquejando a los pobladores que cada vez se mosatraban más molestos con el apestoso Pit.
El sheriff sentía en su conciecia algo que no lo dejaba dormir tranquilo, así que un buen día a media noche decidió dirigirse con el cura del pueblo para que éste le diera apoyo espiritual.
- ¡Padre, padre!, necesito su ayuda.
- ¿Qué chingados quieres! ¿No ves que estoy jetón!
- Perdón padre pero es una urgencia.
- A ver pues, deja me pongo mi piyama, eso de dormir desnudo no es práctico cuando te despiertan a media noche.
- Está bien padre, acá lo espero.
El apestoso Pit se sentó en un equipal esperando al padre Emily, el líder moral y religioso de toda la comarca.
- Padre, padre, ya no sé qué hacer con este pueblo, todo el tiempo jorobando, ya ni saben de qué quejarse.
- Ni que lo digas señor Sheriff, a mí también me tienen igual, con sus peticiones y que dizque no hay comida y además todas esas cosas que hacen que van contra el santísimo cielo... ya me tienen hartos.
- Pero necesitamos hacer algo o este pueblo terminará por prendernos fuego y nos iremos al infierno.
- Mira, tengo aquí un pinche papelito que me dio el señor don Rico Mc Raña para construir el Santuario de los Pollos ya para que por lo menos estemos en buenas migas con el santísimo cielo y no nos vayamos directito a los infiernos.
- Pero si esto es muchísimo dinero.
- Pero te diré algo, a mí lo que unos poquitos dicen ¡me vale madre!, yo sé lo que se tiene que hacer en el pueblo.
- Pero padre, si el sheriff aquí soy yo.
- Pero no te hagas, aquí solo manda el de arriba y soy su enviado directísimo.
- Perdone serñor padre, no lo quise ofender. Pero a ver, cuénteme, qué hacemos para frenar el odio de la gente.
- Pues por eso, mira, este pinche papelito indica que el rico del pueblo tiene mucho dinero, tal vez puedas ir a hablar con él y a ver qué sale.
- Bien santo padre, seguiré sus consejos siempre tan llenos de la sabiduría popular.
El apestoso Pit acudió presuroso con el rico del pueblo a pedirle consejo. Poderoso caballero es don dinero.
- Pues mire sheriff – recomendó rico Mc. Raña, envuelto en su bata de terciopelo- la solución es muy fácil. No se preocupe por los pequeños problemas de la gente; si usted consigue hacer que el mundo ponga los ojos en usted y en este pueblo, Guadalajara, sus problemas estarán resueltos.
- Wow... ¿y cómo hago eso?
- Muy fácil. Usted deme el dinero de los impuestos y yo le conseguiré a usted los Juegos Ranchoamericanos para que usted, y Guadalajara, pasen a la fama mundial... no necesitará resolver los problemas, porque el pueblo estará en la vitrina internacional, el dinero regresará por montones en inversiones.
El apestoso sheriff Pit no cabía en sí de alegría. Realmente el plan del rico del pueblo parecía el mejor; con los Juegos Ranchoamericanos Guadalajara sería una ciudad de primer mundo, sería el centro del planeta, la capital global. No entendía muy bien lo que todo esto implicaba, pero sonaba genial.
Así fue como Rico Mac Raña consiguió que Guadalajara fuera la sede de los Juegos Ranchoamericanos y comenzaron efusivamente lo preparativos, grandes adecuaciones en el pueblo, remodelación de callejuelas, construcción del lienzo charro y el hostal ranchoamericano para dar cabida a los asistentes.
- Mira qué bonita se ve la maquetita -le comentó el apestoso Pit a su caballo Rocinancio al cual había delegado para la organización de tan magno evento.
- Claro, será todo un proyecto que nos llevará a la cumbre, ante los ojos de mundo.
- Te lo digo con toda claridad, esto será el mejor evento en la historia de Guadalajara.
Sin embargo los tapatíos seguían inconformes con la falta de soluciones por parte de la comisaría a sus problemas, y cuando se enteraron de las nuevas obras y la nueva empresa del sheriff y sus secuaces, comenzaron las protestas.
- ¡No queremos olimpiadas, queremos revolución!
Ante las constantes presiones, el cura del pueblo pensó hacer una crucifixión para calmar al pueblo, pero pensó que lo mejor sería actuar como gente civilizada:
- Sheriff Pit, de seguir esto así nuestro proyecto de los Juegos Ranchoamericanos se nos vendrá abajo. ¿Por qué mejor no sale de su puesto para que la gente se tranquilice?
- Pero señor cura, a usted le vale lo que digan unos poquitos.
- Pues claro, faltaba más, pero tenemos que ser cuidadosos. ¿Qué tal si dejamos a su ayudantecito ese a cargo de la comisaría y usted se viene conmigo al templo?
- ¿Al templo?
- Claro, será mi monaguillo, necesito alguien que me ayude con las labores pastorales.
- ¿A dar catecismo?
- ¡Nombre! A pasar con la cesta de la limosna.
Así, Johny pasó a ser el sheriff interino, mientras el apestoso Pit pasaba felizmente a hacerle los mandados al cura Emily. La gente estuvo tranquila por unos días, pensando que con Jonhy ahora sí resolverían los problemas que tanto los habían hecho sufrir. Sin embargo, el rico del pueblo encargó al caballo Rocinancio y a su ahora dueño, el sheriff interino, que siguieran los trabajos para los Juegos Ranchoamericanos.
Las manfestaciones continuaron, las demandas de los tapatíos para mejorar sus condiciones de vida se exacerbaban y la inseguridad, la escasez de agua y los problemas de alimentación cada vez se hacían más fuertes en el pueblo.
- Bien, ahora sí le demostraremos a todos que somos un pueblo moderno, con expectativas a futuro, crearemos una imagen de capital mundial de la charrería y sobre todo se darán cuenta que somos un pueblo de primer mundo- dijo el sheriff interino a su caballo Rocinancio una tarde en que estaban planeando la construcción del lienzo charro.
- Así es, esta gente debe comprender que el sacrificio valdrá la pena por todos los grandes beneficios que nos traerá este evento.
- Y si no lo comprenden pues ni modo, continuaremos con los trabajos, ¡vivan los Ranchoamericanos!
A la fecha los pobladores de Guadalajara siguen esperando las acciones de sus gobernantes para solucionar sus problemas y que comiencen a trabajar en favor de sus demandas; mientras tanto, este grupo de gobernantes continúa implementando grandes proyectos definidos dentro de su visión global de ser vistos por millones de personas, desarrollar intereses personales y ser colocados en la imagen del mundo, creyendo que así, solo así, se solucionarán todos los problemas.
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Personajes:
Alfonso Petersen como el apestoso Pit.
Juan Pablo De la Torre como Johny el sheriff interino.
Emilio González Márquez como el padre Emily.
Carlos Andrade Garín como el caballo Rocinancio.
Mario Vázquez Raña como el Rico Mc Raña.
Y el pueblo de Guadalajara, iñor.
1 comentario:
Me encanta, el Santuario de los Pollos!!, Cualquier parecido con la realidad es mera realidad.
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