Estoy en el puerto esperando la llegada de la embarcación que me llevará a mi nuevo destino, el cambio de vida, ese cambio que tanto estuve añorando durante los años de servicio fiel al sistema que hoy abandono.
Por fin llega, se aproxima, ese resplandor que ciega y que ilumina los callejones a mis espaldas, en los cuales los gatos se deleitan con el manjar de pescados abandonados por las amas de casa del puerto.
Buen viaje, me desean mis pocos amigos, ningún gesto de añoranza futura, ni una lagrima, palabras vacías de suerte y deseo de que jamás me vuelvan a ver por estos parajes. Gracias, en realidad no extrañaré esta ciudad llena de salvajismos.
Subo al bote, saludo al que será mi capitán por los siguientes 3 días, llevo mis pertenencias en una maleta de tamaño considerable, el 80% de ellas son libros, y en mi mano cargo La Odisea que me acompañará cuando la conversación con el navegante no de para más, y sienta la leve tranquilidad de quedarnos en silencio.
-todo es muy diferente por aquellos rumbos
-lo se, por eso me voy
-no esté tan seguro de saber lo que sabe
-la seguridad es algo que no me acompaña muy seguido
-el cambio será drástico, pero en fin, yo qué me meto
-lo sé
Siento el viento en mi cabello, la brisa del mar golpeando (si es que se puede usar esa palabra para la caricia que es la brisa) mi rostro, el sol en mi piel y la satisfacción de abandonar mi vida, si es que en verdad tuve alguna un día…
-la vida siempre da muchas cambios, ¿no lo cree?
-los cambios siempre dan mucha vida
-encuentro poco razonable su decisión de partir a ese lugar
-encuentro muy poco razonable el quedarme, los días son interminables, pasan tan rápido que parece que nunca pasan, interminables, nunca comienzan jamás terminan.
-algo similar en la vida sobre el mar
-la diferencia es que aquí son interminables por que los disfrutas, allá lo son por que los sufres
-razones por las cuales partir amigo mío
-las únicas y las reales
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