viernes, 13 de marzo de 2009

Sobre los corridos de Público

Los periodistas y nuestra democracia
Huizapol
Myriam Vidriales


Por los que se fueron,
y para los que se quedan

Leerlo por todos lados no es antídoto. Todos los días en los diarios del mundo leemos de periodistas que se quedan sin empleo y medios que cierran sus puertas. De la crisis económica sí, pero también de la crisis de identidad que persigue a los medios en todo el mundo. Esa es la parte de realidad de México y de Guadalajara. Traumática, nos mete de lleno a algo que parecía suceder en otro lado.

Hace ya tiempo que en México la televisión y la radio, con excepciones que no abarcan los diez dedos de la mano, dejaron de servir a la democracia (basta darse una vuelta de zapping a la hora de los noticieros para darse cuenta). La prensa escrita, y sus caminos aún experimentales por subirse en línea, son uno de los últimos espacios para la discusión y circulación de las ideas, para el análisis, para la denuncia, para la socialización y eventualmente, la movilización.

Que los medios comiencen a trabajar con el personal indispensable significa más declaraciones y menos preguntas. Más demagogia y menos cuestionamiento. Más zonas oscuras y menos manos capaces de iluminarlas. Los periodistas son los ojos del ciudadano ahí en donde el ciudadano no puede entrar. Menos periodistas en la calle son menos voces que pregunten en qué se gastan el dinero los políticos, porqué no hay medicinas en el Seguro Social, cómo se decide cuál calle pavimentar y cuál no. Es cierto, con el advenimiento de Internet y de las plataformas de socialización en línea, el periodismo vive una crisis de identidad, pero no es una crisis de sentido, porque hoy, el periodismo sirve para lo mismo que servía ayer: para que unos pocos, investiguen y hagan público lo que importa a muchos. Sirve para que lo que afecta a muchos y deciden unos pocos, no se negocie en lo oscurito y de espaldas a la sociedad. Sirve para que la voz de los que son muy pocos, o muy pobres, o muy algo, llegue al resto. Sirve porque su naturaleza es servir.

No es el fin del mundo, ciertamente: menos periodistas en los medios no significa que ya no habrá noticias. Las notas de portada sufrirán pocos cambios, especialmente en estos tiempos de decapitados y bolsas caídas. Pero cada vez que un periodista deja un medio, se pierde la oportunidad de leer noticias sobre nuestros barrios, nuestras escuelas, nuestros descalabros diarios, los temas que afectan nuestra salud. Cada vez que un periodista deja un medio, los ciudadanos perdemos un poco de voz. En un país que arde por los cuatro costados, en un país en donde los procesos electorales son cada vez menos confiables, en un país como el nuestro, en donde la oscuridad avanza a pasos agigantados, los periodistas son los cómplices indispensables de nuestra democracia. Los periodistas que se van se quedan sin trabajo. Nosotros nos quedamos sin información. Los que se quedan, se quedan con la enorme carga a cuestas: estar a la altura, dar la batalla por el lector, no cejar. ¿Cómo acompañarlos? Esa, señoras y señores, es la pregunta...
mvidriales@gmail.com

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