viernes, 18 de junio de 2010

Fundación

El Imperio Galáctico se derrumbaba.

Era un Imperio colosal que se extendía a través de millones de mundos, de un extremo a otro de la inmensa espiral doble que era la Vía Láctea. Su caída también sería colosal, y además prolongada, porque debía abarcar un enorme período de tiempo.

Había estado derrumbándose durante siglos antes de que un hombre se diese realmente cuenta de ello. Aquel hombre era Hari Seldon, el ser que representaba la única chispa de esfuerzo creador que subsistía en la decadencia general. El fue quien desarrolló y llevó a su punto culminante la ciencia de la psicohistoria.

La psicohistoria no trataba del hombre, sino de las masas de hombres. Era la ciencia de las muchedumbres, de miles de millones de personas. Podía prever las reacciones a diferentes estímulos con la misma exactitud que una ciencia menor predecía el rebote de una bola de billar. La reacción de un hombre se podía vaticinar por medio de las matemáticas conocidas, pero la de mil millones era algo distinto.

Hari Seldon presagiaba las tendencias sociales y económicas de la época, y estudiando las curvas previó la continua y acelerada caída de la civilización y el lapso de treinta mil años que debía transcurrir antes de que un nuevo Imperio pudiese emerger de las ruinas.

Era demasiado tarde para detener aquella caída, pero aún había tiempo de cerrar el paso a la llegada de la barbarie...

3 comentarios:

Alejandro dijo...

¿Por qué hay un Transformer grabado en la silla del Gran Isaac?

Chino Asimov dijo...

Si eso es un Transformer para usted, entonces no es digno de llamarle Gran a Isaac...

Estrategaz dijo...

Disculpe mi poco conocimiento sobre robots y su estética, pero se parecen mucho, mire:

http://www.google.com/images?um=1&hl=es&safe=off&tbs=isch:1&aq=f&aqi=g10&oq=&gs_rfai=&q=transformer&imgtype=i_similar&sa=X&ei=F-keTKzHIoTinAeS3My0Cw&ct=img-sim-l&oi=image_sil&resnum=18&tbnid=MK_wylLS9zFkhM: