martes, 1 de junio de 2010

¡Écheme otra torta, diputado!


Las licencias de la prensa mexicana.

Las tortas de milanesa son las que se acaban primero. Son deliciosas, me dicen. Jamás he tenido el gusto de probarlas. Nunca me he subido al avión presidencial de la Fuerza Aérea Mexicana, lugar en donde esta rica especialidad culinaria se sirve a los “compañeros” de los medios de comunicación que cubren las giras del presidente en turno.

Luego están las comilonas con “la fuente”, que generalmente paga esta última. Están también los actos de todo tipo y a todos los niveles en los que los reporteros son invitados a desayunar, comer o cenar mientras “cubren” la nota (o recogen el comunicado de prensa para armar su reporte, según sea el caso).

¿Importa?


¿Importa que los representantes de los medios de comunicación aceptemos esos “regalos”? ¿Importa que paguemos nuestro pasaje en el avión presidencial? ¿Importa que nos sentemos comer con políticos de cualquier color y aceptemos que éstos paguen la cuenta? ¿Nos compromete a algo?

Sí, la respuesta es sí.

Con sus honrosas excepciones, la prensa mexicana nos permitimos licencias que transforman –de origen- lo que debería ser la relación entre nosotros y nuestras fuentes. La prensa mexicana estamos también acostumbrados a no hablar de ello, nos incomoda. Nos parece una cuestión “cultural”…el acercamiento con “la fuente”, la grilla, la negociación de presupuestos publicitarios. Nos parece puritano y hasta de mal gusto hablar de estándares internacionales. “Esas son cosas que no funcionarían en México, aquí las cosas son diferentes”, me han dicho.

Cuando un reportero del diario The Washington Post vuela con Barack Obama, el Post paga su pasaje y la comida que el o la reportera consuman en el avión. Si van a una conferencia de prensa en donde hay desayuno –cosa que raramente sucede– no se sientan a comer. No aceptan viajes gratis de nadie ni regalos. Cuando invitan a platicar a una fuente ellos pagan y no pueden gastar más de 40 dólares a la semana. No hay comilonas en El Cardenal mientras se busca la nota o un contrato de publicidad. No hay tortas de milanesa gratis ni viajes todo pagado para cubrir absolutamente nada. Hay, sí, una estructura ética mínima que les permite hacer su trabajo sin comprometer –de origen– su libertad y su pensamiento crítico. ¿Alguien cree, en serio, que eso no es relevante?

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En Nexos online. Ana Francisca Vega, editora de La Loncheria y coordinadora de la Unidad de Inteligencia de El Economista.

1 comentario:

EL RAFA CHAFA dijo...

A mí me gustan las de milanesa con mucho aguacate.