des variando . uno

Es triste que una persona de veintitantos, -joven-, tenga que leer libros y manuales y artículos alargados de amor. Es triste, digo yo; que pase y repase los errores de las relaciones amorosas correctas y corregidas, porque la edición del noventa y ocho es poco menos vigente que la del dos mil uno, además que la del dos mil uno tiene más ilustraciones que frases construidas, y más corazón y fuerza de voluntad que la del noventa y ocho.

Vaya ella a saber que la industria primero que libros, discos, cafés y chocolates es industria. Y si lo sabe hace como que no, para poder leer el amor cortés en los nuevos días.

Corín Tellado escribió una vez más que la mujer es cada vez más igual de audaz, e infeliz si no tiene al hombre. Es audaz por pretensión. Se supone que a la mujer –y al hombre y al niño- le enseñan orgullo para no tener que llorar, le enseñaban a enseñar orgullo para no tener que ver llorar; porque llorar qué hueva, llorar no soluciona nada. Si uno no aprende la fórmula, es posible encontrarla en un puesto de revistas.

Sin embargo, a siglos del amor cortés, la fusión de este y la mujer audaz nos da un equilibrio que se resuelve en canciones kitsh + ropa “femenina” + chocolates + manuales de amor = más canciones kitsh + ropa femenina (a veces menos ropa) + chocolates (end bebidas ligh) + manuales de amor y Vanidades.

Así es que esta mujercita de veintitantos tendrá que leer la segunda parte del manualdelaperfectacabrona que venden en la ¿librería? en que compró/le regalaron –uno nunca sabe- la primera parte del manual. Lo cual comprueba que el éxito amoroso viene en serie y que el desamor es tan rentable como el amor.

Finalmente mujer hay con manual y sin el, y amor y desamor siempre está a la vuelta-puesto de la esquina.