"El Tambor de Hojalata" de: Günter Grass.
¿Contra quién?, qué sé yo: pieles rojas, cerezas, sangre de la nariz; contra la cresta de los gallos, o los glóbulos rojos a punto de concentración, hasta que un rojo acaparador de la vista entera se convertía en fondo de una pasión que, entonces como hoy, es tan compresible como imposible de definir, porque con la palabreja rojo nada se ha dicho todavía, y la sangre de la nariz no lo define, y el paño de la bandera cambia de color.
Y si a pesar de todo sólo digo rojo, el rojo no me quiere, vuelve su manto del réves: negro, viene la Bruja Negra, el amarillo me asusta, azul me engaña, azul no lo creo, no me miente, no me hace verde: verde es el ataúd en el que me apaciento, verde me cubre, verde soy yo y, si sol verde, blanco: el blanco me hace negro, el negro me asusta amarillo, el amarillo me engaña azul, el azul no lo quiero verde, el verde florece en rojo.
Fragmento pág. 175.
Si todos lo que no han leído este libro, tienen la oportunidad de buscarlo, pedirlo, comprarlo, ultrajarlo, o simplemente lo encuentran, léanlo.
Después de todo, perfectamente sé que un buen alguien me diría que mi fascinación por esta obra es un trauma similar a lo que me pasó con los (valientes, lo digo yo) ”Tres mosqueteros”, o con la (impresionante, lo pienso también yo) ”Guerra de las galaxias”, pero no, cuando fantasías ajenas te causan una fuerte impresión, a veces indeleble, siempre es diferente.
1 comentario:
Valientes e impresionante, yo lo ratifico.
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